Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 8 de enero de 2011

SOBRE LA CULPABILIDAD HASTA QUE SE DEMUESTRE LO CONTRARIO.

Porque eso es lo que supone el proyecto de Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, que dice El País que ha debatido el Consejo de Ministros a propuesta -faltaría más- de doña Leire Pajín.
El caso es que, con la Ley propuesta por doña Leire, cualquiera puede acusar a otro de discriminación, y el acusado tendrá que demostrar su inocencia.
Átense los machos desde ahora -bueno, desde dentro de los meses que tarden en publicar en el BOE la Ley que están perpetrando- los directores de oficinas bancarias, los encargados de la seleccion de personal de las empresas, los funcionarios detrás de cada ventanilla, los médicos de cualquier especialidad, los mecánicos de automóviles y -ya puestos a kafkianizar, dispensen el palabro- los carteristas.
Porque lo mismo el director de banco, que el seleccionador de personal, que el funcionario, que el médico, que el mecánico, que el carterista, pueden rechazar a un determinado individuo por muchos y múltiples motivos; pero como el individuo en cuestión tenga algo que le haga diferente -y a ver quien no tiene algo que le haga diferente de los demás- lo denunciará por discriminación.
Si voy a un banco y me niegan un crédito, denuncio que me han discriminado porque llevo bigote, y que el empleado del banco demuestre que no ha sido así, mostrando la foto de bigotudos a los que si se lo haya concedido. Si no me dan un empleo, denuncio que me han discriminado porque estoy gordo, y si el de selección de personal no ha conservado todos los papelotes para poder demostrar que no me ha negado el empleo por tener peso de más, sino porque soy un inútil, va listo.
Total, que todos seremos culpables hasta que demostremos lo contrario. Y teniendo en cuenta lo que hacemos en las elecciones, no diría yo que la proyectada Ley ande descaminada.

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