Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 25 de julio de 2012

SOBRE EL PROGRE MARISCAL.

Un tal Javier Mariscal, que se dice diseñador -es decir, eso que hace todo el que no sabe hacer nada-, y conocido más que nada por la mascota de las Olimpiadas de Barcelona de 1992, aquello llamado Cobi, cualquiera sabe por qué.

El diseñador Mariscal -nótese el empleo del sustantivo como calificativo, con intención de calificar lo incalificable- dijo en una rueda de prensa protagonizada con motivo de impartir un curso en Santander que 'no sé si estos son nietos de Franco, pero es lo mismo: cultura igual a rojos'.

Este diseñador Mariscal seguramente no sea rojo; es simple y llanamente gilipollas. Amén, evidentemente, de inculto, que vale por necio. Y no lo digo yo. Lo confiesa él -véase El Mundo-, que afirma no seguir la actualidad por los medios de comunicación.

Lo que el diseñador Mariscal sigue, sin duda, es el apartado del B.O.E. dedicado a las subvenciones, porque parece evidente que es otro de los presuntos rojos -ser rojo con el bolsillo de los demás es muy fácil, lo puede ser hasta un tonto así-, que consideran que sólo lo suyo es cultura y que -obviamente- merece que les suelten un chorro de pasta por hacer el canelo. (Entre paréntesis: no pongo foto del Cobi de marras por si las moscas del derecho de autor y el derecho de pernada; pero búsquenlo en Internet y verán qué dechado de diseño).

También debe seguir el diseñador Mariscal la actualidad cultural lo suficiente como para saber que si no habla de Franco -mal, por supuesto; otra cosa ni se concibe en homínidos de su calaña- no atrae subvenciones.

Es lo que tiene ser un tonto del bote -del bote del BOE, claro- que, como la famosa cabra de los gitanos, se tiene aprendida la lección de bailotear cuando le tocan la música. A él le ha dicho alguien -tal vez en una parada de jets privados- que Franco perseguía la cultura, y ya está. No ha sido capaz de leer a Buero Vallejo ó Miguel Delibes, ni conoce el nombre de Francisco Rabal por sólo citar tres nombres rojos que hicieron carrera en el franquismo. Para ser una cabra, con hablar mal de Franco es suficiente.

No; ya se lo que están pensando, pero no: a padre del animalito, por más que se esfuerza, no llega, y no es cosa de ofender a los cabrones de pedigrí demostrado comparándoles con este ridículo advenedizo.

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