Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 11 de noviembre de 2009

RECTIFICACION, POR SI ACASO.

Un buen camarada me hace notar que la coña que ayer me permití a propósito del nombre y apellido de don Willy Meyer puede sentar mal.
 
Es cierto que aludía al orígen judío que asoma en el apellido, pero aún más con la intención de mostrar lo incongruente de llamarse Willy y ser madrileño. Me juego el bigote a que -por la tiranía franquista, evidentemente- a este tío lo inscribieron en el Registro Civil como Guillermo, y acaso hasta lo bautizaron así. Como mucho, me quedo en el William o -si el orígen es, como parece, alemán- en Wilhelm. Luego el "Willy" le vendría del puro esnobismo señoritil, tan caro a los comunistas.
 
(Disculpen si yerro al escribir los nombres en inglés y alemán, pero la única lengua que maltrato con cierto decoro es la española)
 
A tal propósito venía el cachondeo, y espero que así se haya entendido. Aún así, vayan por delante mis disculpas si alguien, con nombre o apellido de orígen extranjero que no haya caído en la ordinariez snob, se ha sentido molesto.

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