Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 29 de enero de 2018

SOBRE LAS GARANTÍAS DE PUIGDEMONT.


Las que pide para asistir a su investidura que son, básicamente, las de salirse con la suya.

Evidentemente, para los señores -señoras, señoros- del separatismo catalán los jueces deben permitir que los políticos hagan mangas y capirotes. Esta afirmación creo que no hace falta demostrarla, pero ahí tienen, por si acaso, los tres por ciento -y los cuatros, y los cincos- y las bolsas llenas de billetes que andorrean, y los palaus que pagan las bodas de hijas, y... En fin, ya saben ustedes si no son separatistas. Si lo son, todo esto lo considerarán normal porque, aunque se haya descubierto que España no les roba, pero sus caciques si, al menos, son de los suyos. Y para el buen separatista, ser robado por un Pujol, un Mas, un Puigdemont, entra en los cálculos.

Pero, yendo a las garantías, ti diré las qué puedes esperar, Carlitos. Puedes tener garantía de que, en cuanto pises territorio español -incluida tu región, evidentemente- cualquier policía, guardia civil o mosu que te eche la vista encima te arrestará. Porque tu, Carlitos, eres un presunto delincuente -si es que para dejar de ser presunto no basta con que tu delito haya sido público, notorio y televisado-; eres un individuo acusado de delitos que en un país civilizado -eso que aún no somos, pero quizá lleguemos a ser algún día- supondría una pena de muerte o, como poco, cadena perpetua. Sin revisiones ni gaitas, que la Justicia no es la ITV, leñe.

Puedes tener garantía de que la policía o la guardia civil te meterá en los calabozos de la comisaría o cuartelillo, y que antes de las 72 horas que marca la Ley te llevará al Tribunal Supremo, donde te pondrá a disposición judicial. 

Puedes tener garantía de que el juez te interrogará, te pedirá explicaciones y cuentas, y tomará la decisión que considere adecuada y ajustada a Derecho. Puedes tener una garantía razonable de que la decisión del juez probablemente será la de mandarte a la cárcel, puesto que dejarte en libertad te permitiría seguir delinquiendo, y a la vista está que ese es tu propósito, y el de enmienda brilla por su ausencia.

Puedes tener, Carlitos, garantía de que en la cárcel te tratarán igual que a los demás presos -aunque los otros tengan sobre su conciencia delitos infinitamente menos graves-, y puedes contar con la garantía de que serás tratado mucho mejor de lo que tu has tratado a pensionistas, farmacéuticos, hispanoparlantes, y, por resumir, todas las víctimas de tu política de desviar a la delincuencia -sedición- los fondos públicos que todos los españoles llevamos años dándote. 

Puedes, por último, tener garantía, de que serás tratado mucho mejor de lo que tu has tratado a los que no han querido comulgar con tus delirios, con tus intenciones de sojuzgar a la mitad de los habitantes de Cataluña -más de la mitad, si los resultados de las últimas elecciones se consideran significativos-, con tus gastos suntuarios, desorbitados e irracionales para beneficiar a tus cómplices.

Y puedes -desgraciadamente- tener la garantía de que, como antes anticipaba, España no es un país civilizado y respetuoso de la Ley; porque si lo fuera, Carlitos, no andarías tan pichi de vacaciones por el mundo, y estarías metido donde corresponde -que no tiene por qué ser una cárcel- desde hace tiempo. 


miércoles, 17 de enero de 2018

SOBRE LA BENDICIÓN.

La que corresponde hoy, día de San Antón, a nuestros amigos los animales. 

Como carezco de la dosis de crueldad que supondría, en mis circunstancias, tener un animal en casa -alguien diría que otro, pero en fin, eso es cuestión de opiniones- creo que me sumaré a la festividad del día con unas propuestas razonablemente aproximadas.

Por ejemplo, pediría la protección de San Antón para don Mariano Rajoy, bajo la efigie de ese animal tan simpático que responde al nombre de perezoso, especie cuyo lentísimo metabolismo parece hacerle vivir a cámara lenta.

No podría faltar el señor Puigdemon, tan fácil de asimilar al asno que los más cerriles aldeanos separatistas tienen como tótem.

Tampoco debería faltar el señor Mas, que dado su repetido propósito -proclamado hace años- de derrotar al Goliat del Estado español con la astucia del independentismo, sería fácilmente equiparable con el zorro.

Entre paréntesis: por evidentes razones del democrático derecho a la libertad de expresión, omitiré referencias al femenino del referido animal. Fin del paréntesis.

Sería necesario presentar a don Pablo Iglesias, tan puesto en su papel de orangután macho alfa de su manada. 

Y, por supuesto, a don Pedro Sánchez, tan simpático en su papel de perrito faldero que brinca de un lado a otro en busca de quien le acaricie los lomos.

Y, evidentemente, deberíamos pedir la bendición la bendición de San Antón, en este su día, para el pueblo español en general, que nadie en su sano juicio dejará de asimilar con un obediente rebaño ovino.




domingo, 7 de enero de 2018

SOBRE LA CARROZA VALLECANA.

La carroza de la cabalgata de los Reyes Magos del barrio madriñeño de Vallecas, en la que los grupitos de lesbianas, homosexuales, transexuales y toda esa gente que no tiene en su vida más aliciente ni meta que el sexo, han protagonizado la polémica.

La gente anda escandalizada, y no seré quien diga que sin motivo. Sin embargo, esto no tiene nada de sorprendente. Todos esos grupitos citados -que me harán ustedes la merced de no tener que repetir-, siempre están en lo mismo, que no es otra cosa que atacar al catolicismo.

Al catolicismo, que no a la religión en sentido abstracto. Estos grupitos no han irrumpido jamás en una mezquita; no han sacado sus reivindicaciones -que ya no sabe uno qué más tienen que reivindicar, si tienen copados los medios de comunicación- en las celebraciones del fin del Ramadán; ni siquiera han obligado a los judíos a tolerarles en alguna de sus festividades, y eso que todos ellos -los grupitos lésbicos, homosexuales y todo eso- suelen ser declaradamente antiisraelíes.

Y entiéndaseme bien, que no pretendo incitarles a que hagan lo mismo contra otros, ni tengo ningún deseo de provocar a musulmanes, judíos o budistas. Lo que quiero es dejar claro que todo lo que hacen estos marimachos, estos machomaris y etc., siempre van contra el catolicismo y los católicos. 

De forma, que estoy totalmente de acuerdo en considerar lo de esta carroza una aberración, como está opinando tanta gente que personaliza sus quejas en la señora Carmena, lamentable alcalda de Madrid. 

Pero me parece justo recordar que el desmadre de desnavidear la Navidad no es cosa de los comunistas podemitas, sino que viene de bastante antes. Concretamente, del señor Ruíz Gallardón, bajo cuyos auspicios se decoró la ciudad con palabras tan poco navideñas como escoria o estupro. Si, eso.

sábado, 6 de enero de 2018

SOBRE LA HABITUAL PETICIÓN.

Como los habituales saben -si es que aún aparece alguien por este diario- mi habitual petición a los reyes es que se vayan. Evidentemente, no me refiero a los Reyes, y ya ustedes sabrán darse cuenta.

Lo hago, desde hace años, con la viñeta que publicamos hace ya varias décadas en Cruz de los Caídos, publicación de los Distritos de Ciudad Lineal y San Blas de Fuerza Nueva que me honré en dirigir, y que a continuación pueden ver.

Hace algunos años, a aquella viñeta uní la que me hizo la merced de regalarme mi Coronel Jesús Flores Thies, y este día quiero traerla también aquí, tanto en honor y recuerdo de mi amigo y camarada que se fue a los luceros hace poco, como para señalar que lo que en su obra indica se cumplió, puesto que la parejita bien avenida que aparece en el dibujo vio caducar su reinado en la forma consustancial con los borbones españoles; esto es, sin la menor dignidad y a la fuerza. Allá se verá cómo acaba la parejita sucesora.

Por último -para que no digan que no me modernizo-, les traigo esta otra imagen que, como podrán observar, sitúan en su justo término una institución tan loada por plumíferos, pelotas y tontos.


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