Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 23 de febrero de 2013

SOBRE EL GOLPE TRIUNFANTE.

Que, siendo la fecha que es, ya se habrán ustedes imaginado a cual me refiero.

Decir, a estas alturas, que el 23-F fue un golpe de Estado triunfante, sólo le puede extrañar a los muy perdidos, los muy indocumentados, los muy jovenes -y debidamente amaestrados por las últimas leyes educativas- o los muy tontos. A los rojos, rojillos y rojazos de guardarropía y pancarta también, pero es que ellos no son de este mundo.

Mi camarada Álvaro ya lo comentaba ayer en su Ballena Alegre, y no hace falta decir que lo suscribo íntegramente.

El 23-F fue preparado para que saliese -en segunda opción- así, como salió. La primera era -ya todos ustedes lo saben- el gobierno de concentración que aunaba ucedistas, socialistas y comunistas bajo la batuta monárquica de Armada.

El Teniente Coronel Tejero no pasó por esas horcas caudinas, y dió al traste con el golpe institucional. No pudo evitar, en cambio, que el sistema se asentara en la podredumbre que le es consustancial, y en ella estamos.

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