Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 23 de abril de 2009

SOBRE OTRA INICIATIVA

Que me llega también por correo electrónico y que, por lo que pueda valer de difusión, aquí transcribo:

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FIRMAS EN DEFENSA DE LA VIDA

 

Leemos en el Génesis que, cuando Dios tenía hechas todas las cosas y había comprobado que eran buenas, creó al hombre y lo puso en la Tierra, para que la trabajara.

 

Leemos en el Evangelio que cada cual tiene sus talentos, y leemos algo, si cabe más importante: que el Padre nos pedirá cuentas de nuestros talentos, y nos augura el peor de los destinos para quién, en lugar de trabajarlos y producir con ellos, se limita a enterrarlos para evitar perderlos.

 

De estos dos principios podemos sacar una conclusión: que estamos obligados, como hijos de Dios, a trabajar nuestra realidad. No sólo para ganarnos el pan, sino para trabajar nuestra cotidianeidad, sea la que sea.

 

Lamentablemente hoy, nuestra cotidianeidad nos presenta una labor en extremo desagradable: A nuestro alrededor se está asesinando (esa es la palabra, incluso jurídica que le corresponde), se está asesinando, repito, a un niño nonato cada tres minutos, y todo al amparo de una legislación inicua.

 

¿Qué función tenemos las personas?, ¿las mismas que hemos venido a este mundo para trabajarlo?, ¿las mismas que tenemos unos talentos que obligatoriamente debemos usar? Que el talento de cada cual le marque su función, pero que cada cual sepa que tiene una función inexorable que cumplir.

 

Personalmente me recrimino mi incapacidad para acabar con el genocidio, pero para acabar con el genocidio, el peor conocido por la Humanidad, en todos los tiempos, necesito el apoyo manifiesto de mis hermanos en la fe.

 

Somos muy pocos los que nos jugamos nuestro prestigio social, y algunos hasta su carrera profesional por mantenernos fieles a lo que nos indica, no solo nuestra conciencia, no sólo nuestro conocimiento cultural, más o menos amplio, sino lo que nos marca nuestra fe en Dios, nuestra condición de fieles seguidores de Cristo.

 

En otros tiempos, los genocidas argumentaban si había o no había vida humana en el feto humano. Tan estrambótico argumento ha sido desbancado por la ciencia, y su concepción no viene sino a retrotraernos a los tiempos anteriores a Rómulo, cuando era legal asesinar a un niño de hasta tres años, con el argumento, real por otra parte, de que hasta esa edad no estaba garantizada la viabilidad del individuo.

 

Hoy ha vuelto a instaurarse la legislación anterior a Rómulo; hoy hemos retrocedido 3000 años con la aplicación de unas leyes contra natura que nos son presentadas como progreso y libertad. Y por eso nos vemos en la obligación de llamar al espíritu humano, al espíritu cristiano, pidiendo un mínimo esfuerzo; pediríamos muchísimo más, pero hoy nos limitamos a pedir una firma solicitando a los poderes públicos que dejen de asesinar.

 

El próximo domingo, día 26, es la fecha escogida para la recogida masiva de firmas. Quién crea que hay que coger otras cosas, primero, que coja el bolígrafo y firme.

 

Delenda est democratia.

Cesáreo Jarabo

www.pensamientohispanico.com

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