Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 22 de septiembre de 2012

HA MUERTO UN BELLACO (por Jesús Flores Thies)

El que haya muerto un bellaco carece de importancia, eso ocurre todos los días, incluso mueren los que no son bellacos. Ya se sabe, ley de vida ley de muerte. Lo importante, lo que tiene importancia es que la muerte de Carrillo Solares, una de las figuras más sucia y siniestra de la reciente Historia de España, ha mostrado el nivel de envilecimiento de la sociedad española, pastoreada por políticos impresentables y por medios de comunicación que ya rozan el nivel de los rufianes.

Salvo por su capacidad para medrar y flotar en los albañales de la política, Carrillo no es ni ha sido nunca un personaje importante. Vamos a ver, quien mató a Prim no era un personaje importante, pero no hay duda de que influyó en la política española. Algo parecido le pasa a este pendejo, que sin ser nadie, sin tener la capacidad intelectual y cultural de un maestro de primera enseñanza, sin haber sido capaz de crear, escribir, predicar ... algo noble, inteligente o interesante en su vida, Carrillo es el clásico representante del pillo, del listo, del astuto .... , que se hizo imprescindible, antes de la guerra, para traicionar a los socialistas al llevarse a sus Juventudes a la zona comunista; para obedecer bovinamente al marxismo más feroz y criminal en la sublevación contra la república en octubre de 1934; para ejercer de sayón a niveles industriales al actuar como delegado de Orden Público a las órdenes de otro miserable, el general Miaja, organizando las matanzas de Paracuellos que hoy, todos los periódicos, incluidos muchos de la derecha, tratan de minimizar o pretenden quitar de sus hombros la responsabilidad de tales matanzas.

Carrillo ha sido considerado el líder de la lucha antifranquista, lo que pone los ojos en blanco a esta podrida sociedad con una pérdida de memoria bien programada. Carrillo ha sido un continuo perdedor en su lucha contra el régimen del Generalísimo Franco. España siguió progresando pese a sus intentos de detener ese progreso con conatos de huelgas, manipulando los sindicatos, con la connivencia de una parte de la Iglesia a la que mejor es no calificar ahora, lugar sacro en el que habían entrado sus agentes aconsejados por Stalin, que ya se había dado cuenta de que, ni con bandoleros del maquis ni con actuaciones más o menos violentas, iban a lograr nada.

Carrillo fracasó, pese a lo que nos digan los noticiarios de aquella época en los que siempre aparecen las mismas imágenes de los mismos grises corriendo a los mismos estudiantes, nunca a obreros; pese a "Cuéntame cómo pasó" y demás venenos en pequeñas pero abundantes dosis .... Carrillo sólo ganó cuando traidores del nivel de Minuros, como Fraga, que lo presentó en el Club "Siglo XXI" que regentaba un coronel del Ejército, o Martín Villa, que tomó el pelo a todos los españoles con aquel sainete de la peluca, lo que hubiera merecido haber sido arrojado al Manzanares, cuando el aprendiz de río estuviera sin agua por trabajos de limpieza; o nuestro triste Kerenski, Adolfo Suárez, que cumplía al pie de la letra el pacto entre un Príncipe de España (traidor a Franco en vida) y el bellaco de marras, firmado a la sombra de su amigo Ceaucescu, tiranuelo rumano para quien el de Paracuellos no tuvo ni una simple palabra de aprecio cuando fue asesinado de la forma más infame. Y el muy pendejo había vivido, comido, bebido y cobrado bajo esa generosa sombra durante muchos, muchos, años.

Sorprendentemente (¿sorprendentemente?) nunca se mención la actividad criminal de Carrillo Solares, no ya contra los que denominaba "fascistas", no ya contra sus enemigos mortales, los anarquistas, sino contra sus conmilitones de la hoz y el martillo, a los que consideraba "disidentes" Los esbirros de Carrillo (uno de ellos Cristino García), bajo sus directas órdenes, se repartieron por España para acabar con ellos. Condena decretada por Carrillo y por su conmilitona, la "Pasionaria". Alguno se escapó entregándose a la policía Española, como el "histórico" Comorera. Otro que se salvó fue Semprúm, el que fuera implacable "capo" en un campo de concentración nazi, a quien nuestro genocida particular también se la tenía jurada. Pudo vivir para, con el tiempo, llegar a ser de ministro de Cultura con Felipe González.

Se nos quiere hacer creer en el "triunfo" de Carrillo sobre el "franquismo". Es indudable que, gracias a la cobarde derecha, parte del legado de Franco se ha perdido, pero ese rufián, al igual que otros de su especie, tiene que soportar una Bandera rojigualda, un Himno Nacional, unas iglesias reconstruidas, unos cultos y tradiciones religiosas que él y los de su banda habían arrasado, y hasta una Monarquía, si bien presidida por un rey al que es mejor no calificar por si hay señoras y niños delante. Una Monarquía que había sido condenada por aquella república, condena que permitía a cualquier ciudadano coger por las orejas al rey, al que habían abandonado los suyos, y llevarlo a la comisaría más cercana. Y sobre todo, se encontró con una sociedad que tenía en lugar de honor a una clase media protagonista principal del hecho de estar España en el 9º lugar del mundo en desarrollo industrial, aquel progreso económico contra el que Carrillo y sus sicarios (no olvidemos a Camacho ... ) lucharon para hacerlo fracasar.

Carrillo Solares, ejerciendo de listillo, su mayor virtud, supo obedecer oportunamente a su amo Stalin cuando éste, que era más listo que él y que toda la cuadrilla comunista celtibérica, ordenó terminar con la inútil lucha armada, la de los bandoleros del maquis, y continuar la lucha de forma más astuta, introduciéndose en los sindicatos y hasta en la Iglesia. Teniendo en cuenta que ese cambio ocurrió al final de los 40 y que Franco murió a mitad del años 70, hay que reconocer que el fracaso del genocida fue total.

No hay duda de que el paso de esas ratas por la historia más bien menuda de España, dejó sus huellas, y hasta unos bacilos de peste bubónica que infectó, años después de la muerte de su vencedor, a gran parte de la sociedad española, la que se dejó engañar con la palinodia de la "reconciliación" que nos ha llevado a este lugar cainita tan deseado por esos miserables.

No es la muerte del viejo criminal la noticia, y sí la despendolada reacción lacrimosa de una sociedad más estúpida que perversa, presidida por un inútil monarca (España carece de Jefe de Estado) que comete la vileza de ir en persona a dar el pésame, escupiendo sobre los sentimientos de millones de españoles, especialmente sobre los herederos de las víctimas que su amigo, el verdugo comunista, asesinó.

Que Dios, que tiene recursos, le haya perdonado, porque nosotros, que sólo somos humanos, lo tenemos más difícil.

La historia de este bellaco se entiende mejor con esta breve historieta, la de “Santi el rufián y Paco el de la porra”.


“SANTI EL RUFIÁN Y PACO EL DE LA PORRA”

“Santi el Rufián” tenía aterrorizado al barrio con sus robos, crímenes, violaciones…., hasta que apareció “Paco el de la Porra” que hizo huir al rufián y su pandilla con lo que el barrio quedó en paz, progresaba y la gente vivía feliz y tranquila. Pero “Paco el de la Porra” se hizo viejo y se murió, y los del barrio temieron que regresara “Santi el Rufián” y que aquel barrio se convirtiera otra vez en el infierno que fue en años anteriores a la llegada de “Paco el de la Porra”. El presidente de la comunidad de vecinos, que había sido nombrado por “Paco el de la Porra”, pactó con “Santi el Rufián” su vuelta al barrio, de forma que éste podría regresar a cama, mesa y mantel, que recibiría una cantidad más que notable para vivir como un nabab, todo a cambio de no hacer ninguna de sus maldades anteriores. “Santi el Rufián”, que ya era viejo, aceptó porque, perverso lo era, pero no tonto, y de esta forma en el barrio convivieron los descendientes de las víctimas con el viejo victimario. Y estos descendientes, viendo al viejo bribón pasear con el coche que les pagaban ellos, se decían: “pues no era tan malo como decían, ¡menuda historia nos han contado! Es un viejo bueno y simpático”.

Y colorín colorado (más bien rojo) este cuento se ha acabado…, por ahora.

Jesús Flores Thies
Coronel de Artillería-retirado

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