Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 8 de julio de 2015

SOBRE LA INGRATITUD.

«El grito de la independencia de Hispanoamérica fue un grito nacido de la conciencia de la falta de libertades,  de estar siendo exprimidos, saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno»

Esto está tomado de la página 21 de El Mundo de hoy, y se suponen -por el entrecomillado- palabras textuales del Papa Francisco.

Lo siento mucho, porque ya ando escaldado con el tema de la institución eclesial, de los Sumos Pontífices y de las discusiones con personas -a veces muy queridas y respetadas- que afean mi nula vocación de silencio cuando la jerarquía eclesiástica se desmadra en cuestiones políticas.

En mi perfil lo tiene quien guste leerlo, y para quien no tenga tiempo o ganas, aquí lo repito: soy español por la Gracia de Dios, y Católico por la Gracia de España. Si alguien lo necesita, no tengo inconveniente en explicarlo, pero no quiero ahora ponerme más pesado que de costumbre. Quiero decir, en resumen, que España es España por el catolicismo -que no siempre por la Iglesia Católica-; que España, desde el siglo VIII al XX, no se comprende sin el catolicismo, y de no haber sido así la Historia sería cualquier otra cosa, pero no España.

Pero quiere decir, también -y que quede muy claro- que si España no se entendería sin el catolicismo, la Iglesia Católica sin España, simplemente, no existiría.

Paréceme, por tanto, de una ingratitud impropia en un Príncipe de la Iglesia, afirmar que el grito de la independencia de Hispanoamérica surgió porque estaban siendo saqueados y exprimidos. 

No sabemos -no lo dice el Papa Francisco- quienes eran los oprimidos y saqueados. ¿Los indios? ¿Esos mismos indios que, en su mayoría, lucharon por el Rey de España y por seguir vinculados a España, en contra de los criollos -los descendientes de españoles pero ya nacidos en América-? ¿O los oprimidos y saqueados eran estos criollos a los que España no les permitía explotar a los indígenas, ni masacrarlos, como hicieron en cuanto lograron la independencia loada por Francisco?

Me parece, repito, una muestra de ingratitud; pero me parece, además, un insulto innecesario, gratuito y, sobre todo, infundado. Un insulto a la Historia y a la verdad que, por venir de quien viene, molesta -a mi lo que diga la institución eclesial ya no me duele- especialmente. 

Molesta, porque en el fondo uno quisiera poder seguir creyendo en esa institución, y ver que el mismísimo Papa se alía con los Maduros y los Evos y otros peleles de mal vivir no es agradable. Porque sentir vergüenza siempre es molesto. 

Aunque sea vergüenza ajena.


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