Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 5 de diciembre de 2009

SOBRE LA RETIRADA DE CRUCIFIJOS.


Que, en proposición no de ley, aprobó la Comisión de Educación del Congreso instando al Gobierno a que se retiren los símbolos religiosos de los colegios.
Como ya se ha dicho todo lo posible sobre el significado no sólo religioso, sino cultural y civilizador del Crucifijo, no voy a insistir en ello.
Si voy, en cambio, a comentar que, si el Crucifijo debe ser retirado porque es un símbolo religioso que vulnera la Convención Europea de Derechos Humanos, y que debe quedar circunscrito -según doña Leire Pajín- a los templos, esa proposición no de Ley debería recoger igualmente la prohibición de llevar el consabido pañuelito islámico, igualmente signo religioso.
Por lo demás, toda polémica es inútil porque estos hideputas no tienen ideas, sino tópicos. Así es que, en justa compensación y aún a riesgo de que la ministra González Sinde me cierre este chiringuito, ahí va a permanecer la Cruz -la del Valle de los Caídos, por más jorobar- y hasta me planteo la mejor manera de -con mi escasa capacidad para ello- insertar en mi cabecera un Crucifijo que proclame por dónde me paso la citada prohibición.

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