Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 25 de junio de 2010

SOBRE LAS VICTIMAS DEL ACCIDENTE FERROVIARIO.

Víctimas que no son -al menos, no sólo- los muertos y heridos -los periódicos dicen que en su mayoría extranjeros, ecuatorianos, bolivianos, colombianos-, y me explico, porque la prensa está preguntando y acusando a todo el mundo, aunque reconoce -faltaría más- que cruzar por las vías fue una imprudencia.
La auténtica y primera víctima es el conductor de ese tren, que tuvo que ver cómo una panda de descerebrados se le ponía por medio; que tuvo que ver cómo no hacían puñetero caso del silbato del tren -que ya hay que andar con las orejas enfebrecidas de cachondeíto, coño- o de sus luces, que no son una linterna. Que tuvo que ver cómo es imposible detener una masa de cientos de toneladas, lanzadas a la velocidad reglamentaria cercana a los 140 Km/h, antes de una considerable distancia, cosa de la que sólo las leyes físicas tienen la culpa. Y que tendrá que vivir durante mucho tiempo con este horror, pese a no ser su causante.
La segunda víctima es la razón. Porque todos los imbéciles andan diciendo que tenía que haber más seguridad, vigilancia, personal en la estación... Pero ¿es que la gente no sabe que para cruzar las vías del tren hay que mirar primero? ¿es que no saben que un tren puede hacer pupa? ¿es que no saben que hay que usar los pasos habilitados para cruzar las vías?
¿De qué hubiera servido que hubiese un empleado en la estación, ante la estampida de juergueros desenfrenados que no querían esperar cinco minutos y pasar al otro lado como personas? ¿Alguien se cree que un vigilante -o diez- podría haber impedido que los urgidos por la juerga se desmadraran?
Miren ustedes: esto no es una imprudencia, sino la costumbre de hacer cada cual su real gana y de pasarse las normas por el forro de la tolerancia. Seguro que si hay allí un policía, un vigilante, un empleado de Renfe, y les llama la atención, lo ponen de chupa de dómine, facha y racista y xenófobo por lo menos. Eso, si no lo apedrean o apuñalan.
¿O ponemos un policía detrás de cada incivilizado, pasota y gilipollas que habite en España?

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