Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 24 de marzo de 2011

SOBRE OTRO COMENTARIO ESTÉTICO.

Nuevo comentario del anónimo defensor de la belleza de don Alfredo Pérez Rubalcaba, que vuelvo a transcribir:
-
-
Anónimo dijo...
No sé si Rubalcaba es rojo; pero sentido del humor...tiene para dar y regalar, Es otra de las características de su calidad humana.
Por tu reacción a mi comentario (¡vaya rebote!), parece ser que...el sentido del humor no es algo de lo que puedas presumir. Es posible que la comparación con el "chimpancé o el titi resabiado, acomplejado y bajuno" también te la puedas aplicar con muchísima más propiedad.
-
-
Veamos, señor anónimo, si consigo que su preclara inteligencia acceda a bajar a mi pobre nivel y me comprenda.
No he dicho que don Alfredo Pérez Rubalcaba carezca de sentido del humor. Eso lo decía de usted -con la simple lectura queda claro-, pero a la vista de su nuevo ataque hacia mí resulta evidente que no lo ha captado. No conozco a don Alfredo lo suficiente para saber si tiene sentido del humor o no, porque las veces que lo he visto en persona no ha sido tomando cañas precisamente, cosa que probablemente usted si haya hecho, hasta el punto de sentirse cautivado por su simpatía. De lo cual, créame, me alegro mucho.
Aunque, bien pensado, no creo que sea usted muy amigo del señor Pérez Rubalcaba, porque entonces no tendría dudas sobre si es rojo. Sabría que, o bien sí lo es -como don José Luis Rodríguez, o don Mariano Fernández Bermejo, que lo dijeron en su día públicamente- o bien no lo es, y entonces es un submarino dentro del Gobierno.
La calidad humana de don Alfredo viene determinada -públicamente, que es lo que me importa puesto que ni soy amigo suyo ni soy su empleado para ir alabándole por los blogs ajenos- por su actitud pública. En este sentido, su calidad humana es la del portavoz del Gobierno de Felipe González que negó infinitas veces saber nada del GAL, y afirmó igual número de veces que el Gobierno no tenía nada que ver con el GAL. Su calidad humana es la del promotor de las manifestaciones ilegales en la jornada de reflexión de las elecciones generales del 14 de marzo de 2004.
Yo, señor anónimo, no presumo de nada. Ni de sentido del humor, ni de guapo, ni de listo, ni de muchísimas otras cosas. Le invito a leer otros comentarios de este modesto diario para que compruebe -los habituales pueden dar fe- que en mi respuesta de ayer no había rebote alguno; ni siquiera un suave bote. Es que soy así de desagradable.
Si de esta forma se queda usted, señor anónimo, más tranquilo, relajado y a gusto, le confieso que soy feísimo, cosa que a mi edad ya no me importa demasiado; incluso que soy más parecido que don Alfredo, físicamente, a un chimpancé. Le confieso, señor anónimo, que tengo un montón de complejos; que los asalariados del peloteo me han hecho razonablemente resabiado, y que a estas alturas estoy cada vez más cerca de ponerme al mismo nivel que determinados entes, lo cual posiblemente me haga -momentáneamente y por voluntad, no permanentemente y por esencia- tan bajuno como ellos.
Espero que esté usted ya satisfecho, señor anónimo. Si le place, puedo admitir también que soy algo miope, que no me queda demasiado pelo -y el que me queda canoso-, y cuantas otras cosas guste usted.
Y vuelva por aquí cuanto desee, pero disculpe que no le responda más sobre mi reconocida fealdad y estupidez, cosa ya evidente y aburrida para más comentario.
¿Ya está contento? ¿Ya ha cumplido usted su misión? Pues hala, que su amo le de la piruleta.

Publicidad: