Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 11 de septiembre de 2018

SOBRE UNA ANÉCDOTA NAPOLEÓNICA.

Andaba Napoleón Bonaparte investido de la dignidad de Primer Cónsul -elegido, al menos, tan democráticamente como don Pedro Sánchez-, cuando comentó con quienes le acompañaban sus impresiones al ver, unos años atrás y de Teniente, a las hordas que sitiaban el Palacio de Las Tullerías.

Alguien le preguntó si él -a la sazón ya convertido en brillantísimo General- hubiera podido hacer algo en aquél escenario. 

Napoleón fue breve y directo: unos cuantos cañonazos, y todavía estarían corriendo.

Evidentemente, señor fiscal, la anécdota que recuerdo en este modesto diario no tiene la menor relación con el aquelarre del separatismo catalanista, en tal día como hoy, cuando los lloricas, los ágrafos, los necios y los gilipollas -con máster o sin graduación- celebran que las tropas del primer Borbón les dieron p´al pelo a los partidarios de un archiduque de Austria.



SOBRE LA IGUALDAD DE GÉNEROS.

Ya saben ustedes que, según la Constitución con la que todos se llenan la boca -y muchos, los bolsillos- todos somos iguales ante la Ley. También saben, seguramente, que ya los cerdos de la Granja de animales de George Orwell, puntualizaron tan democráticamente como los actuales: pero unos más iguales que otros.

Dicho esto -que como verán viene a cuento-, les invito a ver la imagen, donde se puede leer: Detenida una joven de 21 años por lanzar piedras y botellas a unos adolescentes que se negaron a tener sexo con ella.

Si, como lo leen: una individua de 21 años agredió a un grupo de individuos de 16 años porque no quisieron copular con ella. 

También les invito a visitar este enlace al periódico 20 Minutos, donde podrán ver que la individua referida fue detenida por delitos de lesiones.

No por delito de violencia de género; no por delito de acoso; no por delito contra la libertad sexual; no por delito de intento de violación, no por delito de corrupción de menores, no; por un simple delito de lesiones que, tras abrirle la cabeza a uno y chafarle la naríz a otro, parece ser lo mínimo.

Y esta, evidentemente, es la igualdad de todos ante la Ley en esta memocracia.


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