Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 26 de mayo de 2011

SOBRE LOS PROFETAS.

Ejercer de profeta a distancia no es difícil; y si el vaticinio se ofrece neblinoso, dubitativo, cubierto de cien velos, puede ser profeta cualquiera.

Ahí tienen a Nostradamus, por ejemplo, que lleva siglos pasando por adivino hasta que ha llegado el tiempo en que sus predicciones no se han cumplido, aunque siempre se podrá aducir que está mal interpretado. A la contra, siempre se podrá tomar un acontecimiento cualquiera y bucear en sus estrofas para hallar paralelismos. Es cuestión de fe, y hay mucha gente que, a falta de usar la razón para creer en Dios, se enfervoriza con cualquier charlatán de los que se ofertan en periódicos, televisiones o internet.

Ejercer de profeta en el día a día, a dos o tres semanas vista, es más difícil; máxime en esta época de información globalizada y tecnológica donde, precisamente por eso, es complicado manejar todas las variables.

Sin embargo, hay casos en que un psicópata se convence a sí mismo de sus mentiras, como el señor Rodríguez que llamó bellaco a quien afirmase que había hecho recortes sociales; pero esto no tiene que ver con la actividad profética, sino con la enfermedad mental.

Pero lo más curioso son los aspirantes a profeta que saben de sobra que están errados -y herrados-, y que a la vuelta de unos días se les descubrirá el pastel, pero aún así se empecinan en hacer el ridículo a la vista de todos.

Véanse unos ejemplos recientes de la prensa:






Y esto, claro, sin espigar mucho; simples vaticinios que en su día recogí porque ya va uno siendo perro viejo y se conoce el percal.

Con esta capacidad de análisis, con este rigor intelectual demostrado, ¿quien les va a votar?. Pues muy sencillo: todos los que se han tragado esas evidentes mentiras, y todos los que ya las han olvidado.

SOBRE PERVERSIONES E INOCENCIAS.

Cada vez con más frecuencia, saltan a los medios de comunicación los casos de pervertidos que de una u otra forma engatusan a menores para actividades sexuales ilícitas.

En este caso -véase El Mundo- se trata de un paidófilo de 29 años que se hacía pasar por un niño para pedir a niñas de once años que se desnudaran para él a través de internet.

Un caso asqueroso de perversión ¿verdad?

Pues si. Pero a mí me preocupa casi más qué tipo de sociedad hemos hecho, para que las niñas de once años se avengan a despelotarse ante el primero que se lo sugiere.

Luego nos extrañamos de que haya paidófilos; pero es que, coño, se lo ponen a huevo.

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