Como todos ustedes saben, ya estamos metidos en época de
confiscación de la renta. Llega el momento en que el Gobierno nos saca los
cuartos para dilapilarlos en sueldos para los suyos, en dádivas compravotos para
los suyos, en proyectos faraónicos e inútiles para que trinquen sus empresas
protegidas o subvencionadoras que -llegado el caso- darán puestos en consejos de
administración a los suyos. A los de cada partido, porque esto no es cosa de
unos, sino de todos.
Dando esto por sabido, y
sentado el principio de que al votante no le importa que le saquen los
higadillos siempre que lo hagan los suyos, parece que lo importante no es crear
empleo y facilitar y proteger la vida y los derechos de los ciudadanos, sino la
memez histórica y la exhumación de Franco.
Y
también damos por sabido que en esta época nos van a pedir que marquemos la
casilla de la Iglesia Católica en nuestra declaración de la renta. No dejan de
repetirlo así desde los medios de comunicación vinculados a la Iglesia: desde
esa cadena COPE que pertenece a la Conferencia Episcopal
Española.
Esa misma cadena que, un día si y
otro también, no deja de lanzar diatribas contra Franco; que no deja -por boca
de cualquiera de sus estrellitas- de hablar de la feroz dictadura, de los
represaliados, de los exiliados del franquismo; no deja de calumniar a Francisco
Franco y a los millones de españoles que lo siguieron para hacer una España que
-43 años después- aún puede pagar sinvergüenzas con la herencia
recibida.
Esa misma Conferencia Episcopal que
ha intentado guardar bien sus ropas en el asunto de la venganza exhumatoria. Que
ha dicho que no era asunto suyo que se desenterrara a Franco del Valle de los
Caídos, ni dónde se le fuera a enterrar de nuevo. Que eso era cosa del Gobierno
y de la familia.
Desde que empecé a presentar
la declaración de la renta he marcado siempre la casilla de la Iglesia. Porque
soy católico, y por tocar las narices, que también es un motivo. Menos este año.
Este año, no. Que a los Obispos cobardes los
subvencione el socialismo y el comunismo con los que se quieren congraciar al
precio de la traición. Que a los curas rojos los mantengan sus amos. Que a la
institución eclesiástica que abandona a sus hijos y se morrea con los asesinos
de sus hermanos en el sacerdocio, la ayude el estalinismo de Sánchez. Que a las
emisoras de radio que mienten por sistema para no hacerse antipáticos a sus amos
políticos, las sufrague su abuela.
Este año,
no. Este año, que la Conferencia Episcopal Española no cuente con mi marca en la
casilla de la Iglesia. Este año, no voy a seguir siendo cómplice de los
mentirosos, de los traidores, de los chalanes y mercachifles que trapichean con
la fe, se refocilan en la iniquidad y se deshonran en la condescendencia, que no
es misericordiosa, sino culpable.
Y en lo que
valga mi consejo, ahí queda para quien quiera usarlo. Este año, NO. Y a los
traidores que los mantengan los socialistas a los que tanto quieren agradar.