Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 27 de febrero de 2016

SOBRE EL RIDÍCULO (otra vez).

Que no es el del señor Sánchez, el señor Rivera, el señor Iglesias, el señor Rajoy, y ese señor al que conocen en su casa y dice que es alguien en IU.

No; esos ridículos los doy por sabidos. El ridículo es -como indico en el título, otra vez- el del Real Madrid, perdiendo en su propio estadio frente al Atlético de Madrid.

Para ser sincero, y puestos a perder, prefiero perder con el Atlético y ojalá estos puntos le sirvan para meterle miedo el Barcelona. Pero se supone que no debíamos perder ¿no?

¡Ah, claro! ¡Que la culpa la tiene Iker Casillas!

viernes, 19 de febrero de 2016

SOBRE LAS PROTESTAS DE LA SEÑORITA RITA.


La señorita Rita Maestre. O señora, o señoro, o... en fin, conjuguen ustedes las diversas posibilidades, porque desconozco sus tendencias y estado civil, y ya se imaginan lo que me preocupa el tema.

Tampoco es que me preocupe el tema del juicio que ayer tuvo lugar, por el que a la señorita Rita le podría caer un año de cárcel. El tema es el asalto a la capilla de la Universidad Complutense en 2011. Capilla católica, evidentemente; si hubiera sido de cualquier otra confesión, la señorita Rita no habría estado en la calle cinco años, en espera de juicio, ni hubiera sido ensalzada por parte de la prensa, ni hubiera -entre tanto- accedido al arrejuntamiento madrileño en calidad de concejal. Caso de haber sido mezquita, ya le hubieran hecho comprender lo improcedente de su actuación con la suavidad, generosidad, liberalidad y progresismo de que los musulmanes hacen gala por término medio.

Digo que el tema del asalto tampoco me preocupa, puesto que para el señor arzobispo de Madrid, don Carlos Osoro, lo ocurrido es una cosa de juventud. Comprendo que el señor arzobispo debe perdonar, pero si me preocupa que lo haga porque asaltar capillas sea cosa de juventud. Crudo lo tiene la institución eclesiástica, si un arzobispo considera que lo normal es que la juventud -hoy en día, en que la juventud suele llegar hasta más allá de los treinta años, y la niñez hasta más allá de los veinte, según la prensa, radio y etc.- asalte las capillas.

Sobre todo, porque -lo decía ayer El País- en el referido asalto se corearon cánticos como “vamos a quemar la Conferencia Episcopal”, “el Papa no nos deja comernos las almejas”, “menos rosarios y más bolas chinas”, “contra el Vaticano poder clitoriano”, “arderéis como en el 36” y “sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios”.

Y además, todo esto -según la señorita Rita- sólo fue “una protesta pacífica y legítima”. En mi modesta opinión, es algo discutible que amenazar con quemar la Conferencia Episcopal o profetizar que arderéis como en el 36, sea algo pacífico. Pero aquí -como suelen- saldrán los giliprogres con lo de la libertad de expresión, siempre que las burradas las expresen ellos. Si a mi se me ocurriera decir que a los profanadores de capillas habría que mandarlos a la hoguera -ya que de fuego hablan ellos- me llamarían de todo.

Pero es que, además del curioso pacifismo de amenazar con quemar -como en el 36-, resulta que el sacerdote Rafael Hernando, que estaba en la capilla el día del asalto, fue empujado para apartarlo de la puerta. Lo cual es algo menos pacífico que berrear cánticos furciales.

Lo que si me preocupa -tampoco en demasía- es que la señorita Rita declarase ante el juez que “No creo que eso atentara contra esa libertad. No ceo que estuviera cometiendo un delito. Tan solo era una protesta como tantas otras”. Porque ahí está el problema -nada nuevo, y ayer mismo comenté otro caso, el del concejal que recibió su propia medicina-; en que estos niñatos se creen con derecho a hacer lo que les salga de las narices, por el simple hecho de existir, y que los demás deben reírles las gracias y dejarse acosar, pegar, o -ellos lo dicen- quemar. Como en el 36, y ya ven que la fecha y la referencia que supone no la traigo a colación yo -fascista, ultra, retrógrado, carca y todo eso- sino ellos. 


Todos estos niñatos, gilipollas con máster, malcriados llorones y pedigüeños, se creen con derecho a todo, como si descendiesen del mismísimo testículo izquierdo de don Carlos Marx, que ya se sabe que justifica cualquier aberración. 


Y también me preocupa -lo justito, vaya; lo justito para traerlo a este comentario- que ninguno de los múltiples y subvencionados grupos, grupitos y grupetes de progres y tolerantes antifascistas, dijera esta boca es mía -suya- cuando lo normal hubiera sido que gentecitas -diminutivo cariñoso, conste- como los del Movimiento -o meneíllo- contra la Intolerancia hubieran puesto a parir a la señorita Rita por la falta de respeto hacia las creencias ajenas.

Perdón, a caer de un burro; que lo de parir, tratándose de una señorita -señora, señoro....- que acostumbra conseguir lo que quiere mostrando las tetas, puede malinterpretarse. 


jueves, 18 de febrero de 2016

SOBRE DAR Y TOMAR.


Que en este caso no se refiere a aquel dicho sobre la ley de Mahoma -y disculpe, señor fiscal, pero las reclamaciones a la paremiología popular- sino a otro dicho; el de que donde las dan las toman. Que no se si va por el mismo camino, pero en finolis.

El asunto es que -lo cuenta El País- el concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, José Javier Barbero, y el director de la Policía Municipal, Andrés Serrano, han tenido que salir por pies y ocultarse dentro de un bar, ante el acoso de -según el citado periódico- numerosos agentes de la Policía Municipal, que protestaban por la disolución de las Unidades Centrales de Seguridad, consideradas como antidisturbios municipales.

Se comprende que el señor Barbero les tenga ojeriza a estas unidades, pues desde su vocación de acosador, tan profusamente ejercida hasta llegar al arrejuntamiento podemita-sociata, quizá se las haya encontrado enfrente. Claro está que si los acosos los ejerce un señor Barbero, o una despelotada cualquiera -la señorita Rita, que se despelota en las capillitas-, son clamores de libertad y democracia, y si quien los recibe es ese mismo señor Barbero, entonces es fascismo puro y duro.

Curiosamente, los policías municipales que acosaron ayer al señor Barbero, lo hicieron al grito de fascista, lo cual demuestra hasta qué punto estos señores policías municipales son ignorantes, necios y -lean esto en cuanto se despojen del uniforme, que no quiero faltarle a la autoridad- gilipollas. Lo mismo que el citado señor Barbero, que también acusó de fascistas a los policías municipales.

Aquí, por lo que se ve, todos somos fascistas. Fascista es el comunista-podemita Barbero, y fascistas son los que le llaman fascista. Me repito, lo se; pero no es por mi culpa, sino porque estos rojos, y estos memócratas, y estos topiqueros, y estos imbéciles, son realmente monótonos. Siguen anclados en la III Internacional, vieja de un siglo, y todavía son tan idiotas de llamarse progres. 

Que si que lo son, claro; porque ser progre es ser memo; ser progre es tener mal hilvanados cuatro tópicos y tres estereotipos; ser progre es ser niñato de papá acostumbrado a que otros paguen por él; ser progre, en definitiva, es ser la hez de una sociedad llena de mierda, que se come con deleite sus propios detritus. Ser progre es quedarse en las ramas, tomar por las hojas el rábano del progreso, que ellos, en su cretinez, confunden con hacer lo que les salga de sus escasos órganos reproductores, y parlotear, chillones como rameras, cuando alguien les lleva la contraria. No son, en el fondo, mas que niñatos malcriados y ególatras, a los que nadie les dio un sopapo a tiempo, ni les dijo que, si se dedicaban a tocar narices ajenas, llegaría el momento de que alguien le tocara las suyas.

Y los que estamos fuera de ese circo -que somos cada vez más aunque, por desgracia, todavía mal avenidos- nos descojonamos de risa.

lunes, 8 de febrero de 2016

SOBRE EJEMPLOS MINISTERIALES.


Me llega una información, vía correo electrónico, que pueden ustedes ver en la imagen.

No se si es cierto que en Canadá el Ministro de Salud es un médico, el de Seguridad Nacional es un veterano de guerra, el de finanzas un empresario de éxito, y así hasta completar el Gobierno. Si así fuera, me alegro por ellos, y por la aplastante lógica de que en tal caso harían gala.

Con lo que no puedo estar de acuerdo, es con el consejo final de que esto sería un ejemplo a seguir. Porque enestepaís -que no es España ni por el forro- el ejemplo lo seguiríamos a nuestro aire; esto es, al aire de los soplagaitas que nos manejan. Y así, para hacer coincidir los ministerios con los más preparados para ocuparlos, lo que haríamos sería cambiar el nombre de los ministerios.

Tendríamos un Ministerio de Corrupción, con abundancia de Secretarías de Estado y Direcciones Generales. A bote pronto, necesitaríamos departamentos de Eres falsos, de financiaciones ilegales, de tresporcientos, de nepotismo, de blanqueo de capitales, y otros muchos en que ahora no caigo.

Por supuesto, sería imprescindible un Ministerio de Parcialidad Judicial. Y otro de Defensa bolivariana -hasta tenemos ya un presunto General para ocuparlo-; otro de antifascismo, con Secretaría de Estado de Cordones Sanitarios. Uno más, fundamental, de Ultraizquierdas, con una Dirección General de Antisistemas Sistematizados, y otra de Juventudes Radikales.

Y, faltaría más, un Ministerio de Kultura -así, necesariamente con K- con Secretarías de Estado de Subvenciones, Agitación, Antifascismo y Sopa Boba.

Por último, el más significativo de los Ministerios que pondríamos: el de Interior y Persecución Política.

Y todo ello, con una Vicepresidencia de Verdad Histórica Absoluta. George Orwell sería feliz. Y el rebaño memocrático, también.

sábado, 6 de febrero de 2016

SOBRE TÍTERES, TITIRITEROS Y GILIPOLLAS.

Otra vez el arrejuntamiento de la tricoteuse Carmena -vean, si gustan, la entrada anterior, para hacerse con el cuadro-, ha sido piedra de escándalo. Esta vez, a cuenta de unos títeres patrocinados, contratados y pagados por el Ayuntamiento, o sea, por los madrileños.

En la función -para niños, ojo- se hacían y decían auténticas monerías, propias de los orangutanes que los contrataron. Entre otras cosas, -informa okdiario- ‘apuñalan’ monjas, ‘ahorcan’ jueces y banqueros y dan vivas a ETA. También -según la COPE, y si la información no es exacta, señor fiscal, reclame a esa emisora- se escenificaban violaciones y abortos.

Por supuesto, todos los partidos con voz en la prensa amarilla, la radio amarilla, la televisión amarilla, se ha rasgado las vestiduras, se han mostrado escandalizados, han pedido responsabilidades, dimisiones, explicaciones; en fin, lo que hacen siempre que tienen que disimular.

A mi no me escandaliza que unos titiriteros -sean como estos, que utilizan títeres, o de los otros, que ponen el cazo subvencional- contratados por los okupas carmeneros hagan estas cosas. A mi, lo que me escandaliza -relativamente, porque me conozco el paño- es que aún haya gilipollas en la prensa, la radio, la tele, la ciudadanía responsable, votante y pagante, que tengan la cara dura de quejarse por estas cosas, como si no supiéramos ya todos que esto es lo normal con esta gentuza democráticamente elegida por los necios.

Esto -esto, señoras, señores, señoros- es el resultado del sistema. Y quien no lo entienda, es un ignorante o un cómplice. 

miércoles, 3 de febrero de 2016

SOBRE LA ICONOCLASTIA DE LA ABUELA CARMENA.


Les doy mi palabra de que no tengo la menor obsesión con esta pobre señora, metida a ser el hazmerreír de los tolerantes y blanditos para ocultar su realidad de tricoteuse presta al espectáculo de la liberté, egalité y fraternité patrocinado por Robespierre-Iglesias. Ocurre, simplemente, que es el espejo, el ariete, la punta de flecha del podemismo bolchevique, y me parece justo que -puesto que pone la cara- le dedique mi atención. 

En este caso, la abuelita bolchevique, de mentalidad espesa y pavorosa sonrisa de Medusa, se ha echado a la calle -a la calle se echan los rojos, al campo los nacionales- para la heroicidad de tirar el monumento al Alférez Provisional y quitar una placa en recuerdo de mi camarada falangista José García Vara.

José García Vara cometió el tremendo crimen de ponerse a tiro de los asesinos socialistas años antes de comenzar la Guerra de Liberación. Antes de que comenzase oficialmente, quiero decir; en la realidad, la Guerra comenzó el 14 de abril de 1931, cuando los republicanos perdedores de las elecciones municipales decidieron expulsar de aquella República Segunda que Alfonso XIII les regaló, a todos los que no fueran de izquierdas. La guerra comenzó cuando los rojos -los socialistas y los mamarrachos republicanoburgueses- decidieron que en la República -España les importó siempre tres leches- nunca gobernaría nadie que no fueran ellos.

Curiosamente, aquella República de sangre y mierda cada día se refleja más en esta monarquía en la que el nombre de España también esta prohibido, en la que los rojos son los únicos legitimados por la tolerancia memocrática para gobernar, y para arrojar de la vida pública a quien no piense como ellos. 

José García Vara era un obrero. Como tantísimos otros falangistas, a quienes los tópicos verborreicos de los sindicatos marxistas no podían satisfacer, porque en su interior sabían que eran algo más que canalla útil para la comprobación de nuestras doctrinas, según definición del sablista Marx, que -como buen ejemplo para comunistas- siempre vivió a cuenta del prójimo. José García Vara era un obrero falangista, si. Era falangista porque la Falange ofrecía a los obreros -tan absolutamente maltratados por los gobiernos monárquicos y republicanos del primer bienio- la Patria, el Pan y la Justicia. Esas tres cosas, tan simples y tan complejas, en torno a las que gira una vida realmente humana.

José García Vara fue asesinado por pistoleros socialistas porque anhelaba la libertad del que vive en una Patria unida, grande y libre. Y José García Vara ha vuelto a ser asesinado por las mismas hordas socialistas que han colocado al mando del arrejuntamiento de Madrid a los comunistas podemitas, los bolcheviques resabiados, los mamarrachos resentidos y zarrapastrosos.

Entre chirigotas y alucinaciones de que las madres limpien los colegios, los universitarios en paro barran las calles, los niños recojan colillas, también ha mandado la abuelita Carmena que se derribe el monumento al Alférez Provisional, en base a no se qué razón histérica. Los alféreces provisionales no se sublevaron contra la República soviética. No lo hicieron por una razón sencilla y -salvo alucinación- evidente: no existían cuando se produjo el alzamiento civil y militar del 18 de julio. 

Afirma El País de ayer: Antonio Morcillo, del Grupo de Estudios del Frente de Madrid (Gefrema), explica que los alféreces provisionales se formaban en academias. “Salieron muchísimos y con una enseñanza militar básica, sin experiencia, se ponían al mando de la tropa”, explica. La falta de conocimientos castrenses hizo que el número de bajas fuese muy alto. “La mayoría no pasaron de la primera batalla”, dice. El experto se manifiesta en contra de la desaparición de estos vestigios. “Borrar las cosas que reflejan la historia de un bando u otro me parece una barbaridad”, sostiene.

El experto -como casi todos los expertos que tienen voz en la prensa actual- desconoce u omite algunos hechos. Ignora o calla que los alféreces provisionales tenían que poseer estudios de, al menos, Bachiller -el de entonces- y llevar un mínimo de seis meses en el frente. Así es que eso de que no tenían experiencia es falso. Tenían mucha más experiencia -seis meses de combate- que los alféreces que en cualquier tiempo han salido de las academias militares y han ido a mandar tropas. Tenían la enseñanza militar necesaria para mandar una Sección, que era su cometido, aunque los hubo que -habiendo comenzado la guerra como voluntario falangista o requeté- terminaron siendo capitanes de su Bandera o Tercio. 

Ciertamente, muchos -no “la mayoría”, pero si muchos- cayeron en la primera batalla. La primera paga para el uniforme y la segunda para la mortaja, bromeaban ellos mismos, porque además tenían sentido del humor. Pero cayeron no porque no estuvieran preparados -seis meses en combate preparan mejor que años de academia para moverse en el campo, y así lo atestiguarán los militares de carrera que han salido de los despachos- sino porque eran valientes hasta el exceso y tenían un espíritu de combate que les llevaba al sacrificio, hasta el punto de que el ejército nacional hubo de tomar medidas para la represión del heroísmo. Al contrario que los tenientes en campaña -su equivalente en el ejército rojo- los alféreces provisionales no aprendieron eso de que soldado que se esconde vale para otra vez.

Ya lanzada a la carrera iconoclasta, la abuelita sociópata también va a quitar de las calles de este Madrid que se la merece las placas dedicadas a la memoria de José Calvo Sotelo, diputado al que los comunistas amenazaron de muerte en el salón del Congreso, y que fue asesinado por las fuerzas de seguridad de la república segunda. Asesinado antes de comenzar la guerra, y esto marca una diferencia, porque después de comenzar fueron muchos los asesinados por la horda.

Evidentemente, ser asesinado es un grave delito que doña Manuela y sus bolcheviques no puede perdonar, como no pueden perdonar haber combatido en una guerra, de frente y cara a cara. Lo suyo -lo que entienden- es el asesinato por la espalda; el asesinato de cinco esbirros gubernamentales contra uno desarmado; las carreras en pelo cuando el enemigo se acerca, para asesinar en retaguardia a los presos indefensos o a los civiles no combatientes. 

Y me alegro. Me alegro porque me refuerza en el diagnóstico de que estos chulos son como aquellos; de que estos canallas son como aquellos; de que son como aquellos estos mamarrachos, estos resentidos, estos zarrapastrosos zafios. Me alegro, porque correrán como aquellos.

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