Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 30 de septiembre de 2010

SOBRE UN ILETRADO.

Bien, ya se que, así dicho, hay infinidad donde elegir; pero tampoco podía dar más detalles en el titular.
El iletrado -sin desmerecer a tantos otros posibles candidatos-, es el señor director de la compañía nacional de teatro clásico, que 20 Minutos -edición Madrid, papel, pág. 29- dice que es don Eduardo Vasco.
Y el referido señor Vasco, que presenta su versión de El alcalde de Zalamea, afirma que el argumento trata de "un abuso de poder" y de "los tremendos desmanes que la soldadesca provocaba impunemente a los villanos que tenían la obligación de alojar a los soldados en sus casas cuando el Ejército se detenía".
Parece imposible que un señor director de la compañía nacional de teatro clásico no haya leído y ni siquiera visto por encima una representación de El Alcalde de Zalamea. Porque don Pedro Calderón de la Barca, capitán de los Tercios, no habla de ningún desmán por alojar soldados en las casas de los lugareños, sino de la seducción y posterior abandono de la hija de un villano por un oficial de los Tercios. Y de su posterior ajusticiamiento por tal delito con garrote vil -pues como los hijosdalgo / viven tan bien por acá, / el verdugo que tenemos / no ha aprendido a degollar-, y no decapitado como a su rango correspondería, lo que posteriormente sanciona el Rey dado que al ajusticiar al violador, bien dada la muerte está; / no importa errar lo menos / quien acertó lo demás.
Y además, que el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios.
Por cierto, y ya que hablamos de iletrados, en Cruzada Hispánica tienen una interesante reflexión sobre los mamarrachos quemalibros a que en entrada anterior hice referencia.

SOBRE LOS "JOVENES" HIDEPUTAS.

Tranquilícense, que ya verán que no es un insulto, ni soy yo quien lo afirma.
 
El caso es que -lo dice El Mundo-, un centenar de jóvenes encapuchados, han aprovechado la juerga sindicatera para asaltar la Librería Europa, conocida por no plegarse al pensamiento único y permitir que cada uno se informe a su elección, destruyendo y abandonando en la calle parte del material -libros, efigies, banderas y hasta electrodomésticos, porque los microondas son nazis, todo el mundo lo sabe-, y dejando pintadas en la puerta del establecimiento que rezaban 'fora feixistas' (fuera fascistas) e 'hijos de puta'.
 
Esto es; que despues de que los jovenes -qué alegría ser siempre joven, aunque cambiemos de siglo-, han hecho su gracia, han dejado su firma.
 
¿Ven como no era yo el que insultaba, sino ellos quienes dejaban su tarjeta de visita?
 
 

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