Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 24 de octubre de 2010

SOBRE UN IMBÉCIL.

Porque no cabe otro calificativo, ni ha lugar subterfugio alguno para definir a un señor llamado Isaías Rodríguez, que dicen que es embajador de Venezuela; esto es, Chavezlandia.
Este pobre idiota, cretino menguado, mamarracho impertérrito, tal vez sólo inculto máximo, tuvo a bien decir en visita a Vascongadas, que España es responsable del mayor genocidio de la Historia.
Como cuando existen pruebas visibles no hace falta mucha labia, aquí traigo la foto de un evidente retoño de indígenas venezolanos. Tal vez el señor Rodríguez -que tiene nombre y apellido por España- lo conozca, porque es su amo, el maleducado Chávez.
Dése el señor Rodríguez -de rotundamente español apellido- una vueltecita por las calles de esta España, y las encontrará llenas de ejemplos de buena salud de los descendientes de aquellos indígenas que España no sólo no mató, sino que educó para que pudieran salir al mundo y ser algo.
O mejor, renuncie a su cargo de Embajador y váyase a la mierda, porque ni siquiera un troglodita como don Hugo Chávez merece ser representado por un necio como usted, señor Rodríguez, incapaz de ver lo evidente, de conocer la Historia de su propio país, de saber de dónde procede la lengua que le hace parecer un ser humano y hasta de donde venía su alabado Bolívar.
Como don Hugo le coja por banda despotricando de su Libertador y ninguneando a sus compatriotas indigenas, lo va a despellejar, don Isaías.
Y yo me lo pasaría teta viéndolo, capullo.

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