Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 15 de marzo de 2009

SOBRE LA PREOCUPACION DE MONSEÑOR CAÑIZARES.

Que la muestra -lo dice Minuto Digital- por las voces que desde el mundo islámico piden la reconquista de España, al tiempo que ha instado a los españoles a no cercenar sus raíces cristianas, “que son la base de nuestra historia y de la unidad” del país.
Pues de eso se trata, Monseñor. A la Iglesia Católica no se la ataca por ser Iglesia, sino porque el catolicismo -no necesariamente jerarquizado e institucionalizado- es la columna vertebral de España. Vea usted, Monseñor, como no se ataca a las confesiones protestantes, a las ortodoxas, a las judías, a las budistas y todos los etcéteras a que haya lugar. Del Islam, por supuesto, ni hablemos: ahí está la alianza de zapaterizaciones.
Se ataca a la Iglesia porque España será católica o no será, y a eso es a lo que vamos. Con la inestimable ayuda -todo hay que decirlo- de parte de la jerarquía eclesiástica.
Por otro lado, Monseñor, si no fuera porque en el embite va la existencia de España, casi me alegraría de que esta sociedad giliprogre y snob tuviera su pasadita por el Islám.
Teta me lo iba a pasar.

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