Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 5 de noviembre de 2014

SOBRE EL PROCESILLO DE MAS.

Proceso presuntamente participativo, en el que el gobiernete regional de Artur Mas sigue emperrado, como no podía ser de otra forma.

"Mantenemos el proceso participativo. Mas claro, el agua. Y lo hacemos con todas las consecuencias", ha recalcado Francesc Homs, consejero de la Presidencia y portavoz del Ejecutivo catalán -dice El País.

O sea: que no es que cuatro cenutrios aldeanos, tres cazurros paletos, y dos gilipollas con máster se sigan subiendo a la parra de la estupidez, sino que es el llamado gobierno de la llamada Generalidad el que la sostiene sin propósito de enmienda, y con todos los pronunciamientos legales en contra.

No es que yo sea de los que confían en la Ley, y menos aún en que se cumpla con este sistema. Pero es lo que hay, y a falta de glándulas suprarrenales -o sea: riñones- o, si lo prefieren, gónadas, para tomar decisiones de gobierno dignas de un gobernante, lo menos que cabe esperar es que el presunto Gobierno cumpla la Constitución. Que -repito- es lo que hay, aunque sea un bodrio.


Pero me temo que el próximo domingo los soplagaitas sacarán sus cajitas de cartón, con la colaboración voluntaria de unos cuantos y la obligada de otros tantos; que se pasearán por ellas los mamarrachos del separatismo; que pasarán del putiferio la inmensa mayoría de los habitantes de Cataluña; que ejercerán su "derecho participativo" los que viven del cuento secesionista, los niñatos anarcoseparatistas, y los cretinos sin graduación. Y -supongo- se abstendrán los que se han dado de alta en el "censo" como Benitos Mussolini, o como Napoleones Bonaparte, o como Hernandos Cortés. O no se abstendrán, y todos ellos votarán a favor de que la justicia española deje de encausar a los Pujoles, a los Mases, a los Trías, a... En fin, ya saben ustedes la nómina de tresporcentistas.

Porque se trata, lisa y llanamente, de eso: de que la justicia de la Catalonia separada deje de meterse con los que han robado a mano puesta a la Cataluña de siempre. Miren por donde, no era España la que "robaba", sino ellos mismos los que se lo llevaban crudo, en un régimen de mordidas puramente bananero. Y la secesión es la única esperanza de que sus tejemanejes no se acaben de descubrir por completo. 

España ya no es -para los separatistas de trinque y evasión- la cara amable del "tranquilo, Jordi, tranquilo", sino la de unos jueces y unas instituciones que ya no miran a otro lado porque los ladrones han reventado -en un despiporre de codicia- el cántaro que tantos cuartos les trajo de la fuente, y ya no es posible hacer la vista gorda. Esa es la prisa de los separatistas.

Y lo llevarán a cabo el domingo, y hablarán de los deseos del pueblo aunque voten tres gatos. O tres ratas. Y el Gobierno seguirá poniendo "denuncias", como si los catalanistas le hubieran rayado el coche o ensuciado una pared. Y seguirá sin haber lo necesario para cortar por lo sano y -desde el máximo respeto a la Constitución que nadie cumple- aplicar las medidas correctoras necesarias. Que son, ya se ha dicho repetidamente, la aplicación del artículo 155, suspendiendo la autonomía de la región catalana y destituyendo de sus cargos a los representantes del Estado español en esa autonomía, pues no otra cosa son los Mases, Homs, y demás: empleados de la Administración española. Y además, elegidos a dedo.

Por supuesto, las otras medidas -las que tomaría un Estado serio, consciente de su función, seguro de sí mismo- están en las mentes de todos; de todos, menos de los que deberían tomarlas. Y pasan por el inmediato entrullamiento -y durante las 72 horas que marca la ley- de todos los que hagan corro en torno a las cajas de cartón de Mas, sea en función de actor o de espectador. 

PS. Es falso que en La Moncloa vayan a poner un anuncio ofreciendo el cambio de un cerebro por un par de huevos. Lo primero no lo tienen, y lo segundo no saben qué es.

Publicidad: