Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 8 de agosto de 2010

SOBRE MAS EXCLUSIONES.

Hace unas semanas comenté que un pueblo de la región catalana se declaraba moralmente excluido de la Constitución.
Ahora -nos dice Minuto Digital- ya son 36 ayuntamientos los que se han sumado a la gilipollez.
No tiene mayor importancia que el afamado derecho al pataleo, como de rabieta de niño malcriado y llorón. Que, a fin de cuentas, es lo que son todos estos separatistas de salón y subvención, niñatos pijos y esnob, tontolabas impertérritos, cretinos cum laude.
Pero hoy, lo que son las cosas, me encuentro particularmente reglamentista, casi haciendo gala de esa mitad de prusiano que todos los españoles llevamos dentro, en detrimento de la otra mitad de anarquista que nos completa y humaniza. De forma que, puestos a respetar los derechos de estos autoexcluidos, solicito a quien sea menester que se aplique la legislación vigente, de manera que se resten los habitantes de estos municipios catalanes del censo regional, para que en las próximas elecciones generales el número de diputados que le correspondan a cada una de las cuatro provincias se ajuste a su población constitucional.

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