Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 6 de abril de 2011

SOBRE SALTARSE LA LEY.

Para don José Ricardo de Prada, magistrado de la Audiencia Nacional, no es malo saltarse la Ley cuando conviene a la política.

Ni más ni menos es lo que se deduce -según la prensa, véase 20 Minutos, pag. 6 de la edición papel de Madrid y El Plural-, de su justificación del chivatazo del Faisán en aras a la negociación política con ETA.

Después de los años que ha estado en ese Tribunal el señor Garzón, ya sabemos todos a quien se nombra para él; pero la desfachatez del señor De Prada roza el límite de lo oceánico.

Ni más ni menos, acaba de justificar el terrorismo -saltarse la Ley con finalidad política-; los GAL -idem de lienzo-; acaba de justificar cualquier levantamiento contra el poder constituído -aunque eso ya lo ha hecho Rodríguez con su ayuda a los agresores de Libia-; acaba de justificar el 11-M del 2004 y los once emes que puedan venir; acaba de justificar el asesinato cuando el asesino piense distinto del asesinado.

En resumen, el señor De Prada acaba de justificar el crímen de Estado, dado que -en su docta opinión de magistrado- se puede delinquir cuando hay intencionalidad política.

Me quita un gran peso de encima, señor De Prada. Aunque la Ley no sea igual para todos -que no lo es- puede que mi conciencia se lo agradezca algún día. De momento, que a nadie se le ocurra decirme que el Escudo de España que engalana la cabecera de este diario es anticonstitucional -aseveración falsa, pero extendida entre los necios-, porque mi intencionalidad es, evidentemente, política.

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