Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 27 de julio de 2010

SOBRE LA MODERNIDAD DE FRAGA.

Que -dice Público- está contra el aborto y lo critica afirmando que la sociedad española se ha vuelto muy súper moderna.
Este señor Fraga, que nunca ha sido muy inteligente aunque sí memoriudo, está empezando a perder lo que tenía: memoria.
Porque decir que el aborto es moderno significa desconoce realidades históricas como el antigüo Egipto, la Esparta envidiable pero salvaje, la Roma clásica. A aquellos siglos nos retrotrae el aborto: a los siglos de la barbarie. Nada extraño, si atendemos a otro espíritu bárbaro -la barbarie asiática y torva que definiera José Antonio- que es el que anima a los giliprogres.
Por otra parte, el señor Fraga se sitúa contra la ley pero defiende que no hay que derogarla.
Postura de la que espero -eso sí, sentado- tomen nota los votantes.

SOBRE LA FINANCIACIÓN DE PEPIÑO.

Dicho sea de don José Blanco, que se mostró de acuerdo con el fracasado empresario Díaz Ferrán en cobrar a los usuarios de infraestructuras y en subir el precio de los transportes, diciendo -según Minuto Digital- que “en materia de infraestructuras nada es gratis y, o contribuyen a financiar su construcción y conservación en mayor medida quienes las usan o al final las pagamos todos”.
Hombre, señor Blanco, las infraestructuras públicas ya las hemos pagado entre todos, lo mismo que su sueldo de Ministro encargado de hacerlas y conservarlas. Si quiere usted hacer las autovías y las carreteras de peaje, ¿para qué queremos un Ministerio de Fomento con un presupuesto tan abultado?
Además, piense usted -bueno, si puede- que no todo el uso de infraestructuras es directo. Se lo explico: yo no suelo ir a Valladolid, pero la leche que consume mi familia asegura estar producida en esa provincia. El arroz que consumo no se de donde viene, pero seguro que no de Madrid capital; y lo mismo digo de las patatas, las zanahorias, el azúcar, la sal -lo siento, señora Jiménez, pero consumo ambas cosas, ya puede usted decirle a mi médico que no me atienda, si gusta-; y tampoco suelo viajar a los lugares típicamente productores de esos alimentos. Pero ya se ve que, si usted cobra por usar las carreteras a los camiones que los transportan, me va a repercutir.
Otra cosa es el AVE, que dice el señor Díaz Ferrán, su aliado, que resulta carísimo de construir y mantener, y que no cubre gastos. Pues oiga, don José, ¿para qué coño hacer tantas líneas de AVE, si no se usan lo suficiente para que merezca la pena? ¿para fardar a costa del contribuyente?
Porque usted -al parecer asesorado por ese ejemplar empresario que lleva arruinadas varias empresas-, lo que quiere es que entre todos le paguemos un negocio para su Ministerio, que cobrará por el uso de lo que nosotros hemos pagado.
Para eso -esto es, para que el contribuyente pague la construcción y luego el Gobierno gestione nuestra inversión como negocio privado-, quédese usted con ocho o diez ingenieros y otros tantos auxiliares administrativos que gestionen la concesión a las empresas privadas, y deje de gastarse nuestros cuartos.

Publicidad: