Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 30 de enero de 2013

SOBRE LAS VERDADES DE LEGUINA.

Don Joaquín Leguina, socialista que presidió la autonomía madrileña hace años, ha realizado unas declaraciones sumamente interesantes acerca de la coña marinera del separatismo catalán. El resumen -en titular de Alerta Digital- es este: “El socialista Joaquín Leguina defiende el envío de la Guardia Civil a Cataluña para parar los pies al Gobierno de Mas”.

Da gusto ver cómo, al cabo del tiempo, ilustres políticos del despiporre transicional acaban en el mismo sitio de donde otros no nos hemos movido nunca.

Sin embargo, el señor Leguina cae en el típico furor del converso reciente, que no permite el poso del razonamiento tranquilo y ecuánime, al afirmar que “con una sola pareja va a bastar”.

No hay que menospreciar al adversario, don Joaquín. Aunque sea tan risible como los separatistas catalanes, encaramados en el “tres por ciento” que denunció -sin réplica judicial- Pascual Maragall, en el ensimismamiento ombliguero, en la Historia inventada, y en la soberbia favorecida por el acojonamiento del llamado Gobierno central.

No hay que subestimar al enemigo. O al menos, por mi parte, prefiero concederle la suficiente entidad para pensar que no iba a bastar con una pareja de Guardia Civil, siquiera sea porque los guardias civiles también necesitan descansar de vez en cuando, y la mies de canallas, sinvergüenzas, trincones y malandrines es mucha, y habría que segarla en poco tiempo.

Incluso estoy por cambiar mi apuesta -hace tiempo expresada- de que un par de Banderas legionarias serían suficiente, y elevarla a un Tercio completo, aunque sólo sea por complacer a los gallitos separatistas que se creen alguien.

Por supuesto, después de aplicar el artículo 155 de la Constitución, suspendiendo la autonomía delincuente de los separatistas catalanes.

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