Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 19 de enero de 2011

SOBRE EL ASESINO CARRILLO.

Que en su nonagésimo sexto cumpleaños -lo escribo así a mala leche, para que los socialistas se entretengan un par de horas- ha presentado un libro y ha vuelto a afirmar que el no mandó fusilar a nadie.
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“¿Se imaginan una ciudad sitiada y bombardeada donde todos los días mueren cientos de mujeres, niños y ancianos? ¿Se imaginan el odio que había en Madrid en ese momento?”, ha cuestionado a los presentes de forma retórica. “Mi responsabilidad fue no tener fuerza suficiente ni suficientes medios para evitar que la gente se volcara, atacase e incluso asesinara a gente de la derecha que podía ser considerada de la quinta columna –sector de la población que apoyaba a las tropas sublevadas–”, ha lamentado, según afirma El Plural.
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Evidente: la gente -así, genéricamente- atacó motu propio a los que le parecían peligrosos enemigos por no tener callos en las manos, llevar bigote, haber ido a Misa antes de que quemaran las iglesias, usar sombrero o no haber robado nunca. También motu propio, sin ninguna organización, sólo por casualidad, coincidió toda esa gente en llevar sus asesinados a Paracuellos, donde nadie había mandado abrir zanjas de cientos de metros de longitud. Sin que nadie los pusiera de acuerdo, fueron allí durante varias noches, sin que nadie supiera de dónde salían los camiones en que iban los asesinos y las víctimas. También, obviamente, la gente -por su cuenta y riesgo y sin ninguna autorización-, sacó a los presos de las cárceles contra los deseos del mandamás de seguridad de la Junta de Madrid.
Y, evidentemente, a eso los gilipollas de El Plural le llaman "clase de Historia". De Historia pasada por la manipulación acostumbrada del estalinismo, o la del MiniVerdad orwelliano. Pero así la están escribiendo estos ignaros, condición indispensable para que volvamos a repetirla.
De la advertencia sobre que "poner en cuestión el Estado autonómico es inconstitucional", no hace falta ni hablar, cuando quien lo desee puede comprobar que la Constitución tiene un Título X dedicado a establecer sus métodos de reforma, y que la coña autonómica ni siquiera requiere el procedimiento complejo.
Esto es lo que pasa cuando se hace caso a un asesino, devenido en abuelejo cabrón y algo gagá.

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