Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 6 de julio de 2011

SOBRE LOS GASTOS DE LA VISITA PAPAL.

Gastos que -según 20 Minutos- sumarán 50 millones de euros, pagados por los peregrinos y los patrocinadores.

Como este dato, así dicho y recontado, no tiene nada que criticar, añaden que las instalaciones públicas -colegios, institutos, albergues, polideportivos- que han sido cedidas gratuitamente no están comprendidos en ese coste cero, y los ayuntamientos tendrán que pagar la luz y el agua que se consuma.

También, que la seguridad costará 1,7 millones de euros, en dietas a las policías municipal y nacional, y Guardia Civil.

Desde hace ya tiempo, muchos soplagaitas vienen quejándose de los gastos que puede ocasionar la visita del Papa. Incluso, decía la prensa hace unos días, no se qué grupito, grupete, grupillo, gruleches, de católicos; cosa sumamente extraña, porque católico significa Universal, luego toda parcelación es contradictoria con la esencia. Y si se trata de curas, en lo menos que pueden incurrir es en la suspensión de sus funciones.

Y uno, que no es ni por casualidad lo que se dice un beato, y que incluso anda distanciadillo de la institución eclesiástica, piensa que estos grupos, grupitos, grupetes, y los gilipollas que para presumir de ateos o laicos hacen girar su vida en torno a la Iglesia, ya podían protestar por otros gastos mucho más considerables y menos útiles.

Por ejemplo, por la luz y el agua que se gasta en los centros de acogida y de internamiento para inmigrantes ilegales, o por el chorreo de millones que se van en -por sólo citar una- la guerra de agresión -definida en el precedente de Nuremberg- contra Libia.

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