Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 15 de noviembre de 2011

SOBRE LOS "ENCANTADOS", NUEVAMENTE.

Hace unos días les comenté que los encantados de ser de derechas, a través de su periódico gacetero, se habían dedicado a injuriar a la División Azul. El comentario lo hice guiado por la respuesta del catedrático de Historia, don Francisco Torres García en Diario Ya, y también les enlazaba con dicho artículo y con una entrada del blog de mi camarada El Cascarrabias, a propósito precisamente de uno de aquellos voluntarios. Al artículo de La Gaceta no había tenido acceso, así es que no lo comenté directamente.

Ahora, gracias a mi camarada 27 puntos, lo he podido leer y, como procede en estos casos, pasaré a decir alguna cosilla acerca de la mierda de artículo -pulsen sobre la imagen para verlo a mayor tamaño- que firma un tal José L. Rodríguez Jiménez, al que probablemente conozcan en su casa a las horas de comer.

"La aportación militar española al proyecto de hegemonía nazi en Europa fue irrelevante para el curso de la Segunda Guerra Mundial", abre fuego el señor Rodríguez, como si en vez de una covacha sucia de cobardía, estuviese en una isba entre la nieve.

Hombre, si nos ponemos así, la División Azul fue irrelevante, numéricamente, entre los millones de soldados involucrados en tan bestial contienda. Exactamente igual que lo fue la aportación francesa o la polaca. Hablo de números, no de heroísmo ni de sacrificio. Pero con una diferencia: Francia y Polonia fueron países beligerantes -los últimos obligados y a su pesar- y España no entró en la guerra.

A pesar de lo que dice el señor Rodríguez sobre que Franco vio en 1940 la posibilidad de entrar en la guerra para recuperar Gibraltar y arrebatarle algunas colonias a Francia, el hecho es que Franco siempre dio largas a Hitler porque sabía que España no estaba en condiciones de participar, y porque había vaticinado que esa sería una guerra entre los invencibles y los inagotables, y la ganarían los inagotables, como así sucedió.

Respecto a la historia militar de la División Azul, no soy especialista. Tengo a mi favor el saber leer y haber leído, cosa que en el caso del señor Rodríguez no está del todo clara, en vista de lo que dice. Para este iletrado, o necio, le recomiendo el libro de Saint-Loup, un extranjero, para que no pueda decir que los monumentales de Fernando Vadillo, de Tomás Salvador, de Antonio Hernández Navarro, de Ruíz Ayucar, del propio Francisco Torres, son interesados y parciales.

Que los Jefes y Oficiales que hicieron la campaña de Rusia tuvieron una brillante carrera militar, es una obviedad. Eran en su mayoría oficiales jóvenes que andando el tiempo llegarían a lo más alto de su profesión. Exactamente lo mismo que los que en aquél tiempo estuvieran haciendo oposiciones para juez, o terminaran su carrera de medicina, de arquitectura o de lo que fuese. ¿Qué tenían que haber hecho con aquellos jefes y oficiales? ¿mandarles al destierro o al desván, y que nunca más aparecieran en los escalafones? Eso será, sin duda, lo que hubiera hecho doña Carmen Chacón. O los encantados de ser de derechas que le han pagado al señor Rodríguez su difamación.

Porque este gilipollas Rodríguez Jiménez afirma que la División Azul, ni era azul, ni era de voluntarios.

Evidentemente, de todo hubo. En la División Azul se alistaron rojos con el propósito de pasarse a los rusos -y algunos acabaron haciéndolo- o con la intención de lavar su conducta anterior. En La División Azul hubo derechistas más o menos difusos, pero dispuestos a devolver la visita de los rusos a España. Pero en la División Azul hubo, sobre todo, falangistas, y a los testimonios de los combatientes se puede acudir. También a las fotos de las multitudes enfervorizadas ante la posibilidad -tan deseada por muchos- de combatir al comunismo que había hundido a España y había intentado convertirla en mero satélite de la URSS.

Juega este imbécil Rodríguez Jiménez con los números como el tahúr con los naipes marcados. La División Azul no era azul -dice- porque "el Ejército aportaría los jefes y oficiales, dos tercios de los suboficiales, la totalidad de la tropa especializada y, en aquellas provincias en las que el personal civil no llegara a cubrir el cupo establecido, también el personal restante."

Son ganas de tergiversar, cuando no de mentir descaradamente, dado que en aquellos años, recien acabada la guerra española, una gran parte de los oficiales y suboficiales procedían de los voluntarios falangistas o requetés, que a lo largo de la contienda hicieron los cursos para oficiales provisionales, y tras finalizar, los Cursos de Transformación.

Pero aún añade otra injuria más el pobre iletrado al que le ha tocado el título en alguna tómbola o, mas probablemente, en las mismas Facultades que se los regalan a los etarras. "El Ejército designó a dedo a voluntarios para el frente entre los jóvenes de clase baja que hacían la mili".

Eran tan de clase baja, idiota Rodríguez Jiménez, que entre sus filas la inmensa mayoría eran universitarios o, cuando menos, bachilleres. Y eso, en una España que, procedente de la venturosa monarquía liberal y de la idílica republiquita de sangre y mierda, en la que el analfabetismo era enorme. Si de la División Azul ha salido -como indica el ágrafo señor Rodríguez- un cúmulo de libros, es porque los escribieron, casi sobre el tambor, los voluntarios que allí estaban o que de allí volvían, y que luego fueron escritores, periodistas, cineastas, poetas, historiadores, actores, médicos, abogados o empresarios. Cosas todas ellas muy difíciles para los jóvenes de clase baja que en ese tiempo tenían edad militar, a los que hubiera correspondido estudiar durante la monarquía y la república.

En cuanto a la designación digital de que habla el fulano Rodríguez Jiménez, no puedo afirmar si la hubo en algún caso o no. Lo que si estoy en condiciones de afirmar, es que los divisionarios que he conocido jamás renegaron de la División Azul, siempre lo tuvieron -como es justo- muy a gala, y siguieron siendo los mismos guripas, españoles y falangistas, hasta que el Dios de los Ejércitos los llamó a Su diestra.

El otro día les recomendaba el comentario de El Cascarrabias, y quiero que vaya aquí el debido homenaje a mi camarada Luis, otro guripa de la Blau que en los años de nuestra militancia en Juntas Españolas siempre tenía el recuerdo divisionario a flor de piel.

Como corresponde a hombres de verdad, que se las tuvieron tiesas con los batallones rusos, con el General Invierno, con los sinvergüenzas como Rodríguez Jiménez, y con los traidores como los de La Gaceta.

Traidores gacetilleros que, acaso por congraciarse con cualquiera sabe quien, pisotean -en la imagen que tomo prestada del blog de mi camarada 27 Puntos se ve claro- la Historia, la verdad, y la decencia. Son, claro, de derechas.

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