Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 5 de junio de 2011

SOBRE MAS PROFETAS.

Ya advertí de la presencia entre nosotros de profetas hace unos días.
Son profetas entre los que no cunde el desánimo por más que no den una, o que tienen la misma desvergüenza que los charlatanes que se anuncian en periódicos o en televisiones.
En los últimos días, los titulares de El Plural cantan que da gusto:


- ¡Tiembla, Mariano! El efecto Rubalcaba invierte las encuestas: baja el PP y el PSOE sube. (3 de junio)


- Rubalcaba, el preferido de la ciudadanía, le saca 30 puntos a Rajoy en ‘La Noria’ con una participación de 28.000 personas. (5 de junio)


Qué pena que luego vengan los pinchaúvas de El País, y salgan con esto:
- El PP mantiene su ventaja electoral

LA HISTORIA SIN PERDON.

Habrán observado los habituales que llevo días sin actualizar. Me hallo desganado, aburrido de esta repetitiva mugre que, como burros en noria, nos vuelve al mismo muladar día sí y día también.
Ni siquiera he hecho más comentario que el que por ahí abajo andará, acerca de la pataleta de los necios sobre ese diccionario de la Real Academia de la Historia en el que se aportan datos, en lugar se suposiciones, antipatías y tergiversaciones de enciclopedia soviética.
Se entiende que, acostumbrados a fulanos como ese Martínez Reverte, que juega a suplantar al escritor a ver si vende algo -y del que he hablado en varias ocasiones, pero vaya aquí un ejemplo-; o ese mengano Angel Viñas, el que dice que no tiene documentación, pero si no ocurrieron las cosas como a él se le antoja, no se explica, el hecho de que un historiador exponga la verdad como la muestran los documentos, no les satisface. A ellos -los públicos, los plurales, los países, los gacetos e intereconosuyos...-, lo que les gusta es cambiar la realidad a su antojo y según les sople el viento. O la cartera.
En fin, se nota que esto de escribir crea hábito, y se me han disparado las teclas cuando lo único que quería era presentarles un artículo de mi camarada Arturo:


LA HISTORIA SIN PERDÓN.


Arturo Robsy.


Me gusta observar a las televisiones presuntamente neutrales, o sea, críticas con el socialismo aferrado. O sea, que lo llevamos pegado a la piel y al espíritu.
Hay asuntos en los que coinciden unos y otros, como por ejemplo la falta de resistencia a las ideas pequeñas. Tocaba ayer el asunto de Franco de nuevo: La teoría consistía en que, dijera lo que dijera el diccionario o la ciencia política, aquello fue una dictadura. Y totalitaria. Que la Real de Historia debía cambiar la entrada "Franco" porque, y aquí está lo bueno, todos pensaban que fue dictadura totalitaria, y hay que ser democráticos.
No importa que muchas de las cosas que se piensan por todos han sido previamente enseñadas. No importa que la verdad no es electiva. Lo que importa es que nuestros nietos no piensen bien de la persona. Persona, Franco, que ha de figurar en el talego de Stalin y los demás.
Se decía, suavemente, que la historia ha de ser real, pero se observaba que lo real dependía de la opinión y de la propaganda. La dictadura es mala per se y no importa que, en la historia, las haya habído bien legales, bien constitucionales y hasta inútiles. Era, por ejemplo, una institución de la República Romana. En lo moderno Cánovas gobernó bastante sin constitución.
Pero dictadura se ha hecho -con esfuerzo- sinónimo de tiranía y los poderes que tienen podío desde el que charlar, dictan lo que hay que pensar sobre asuntos generales alejados de la política: el significado de las palabras, su peligrosidad y su utilidad.
Del que dicta, per sé, a solas, -cosa que Franco no hizo, sino que propuso a Congreso- y los que dictan la ley en grupo, una vez que la recogen del consejo de ministros, no parece que haya excesiva diferencia. Más los grupos que votan a favor o en contra por mor de las ventajas que recibirán al hacerlo. Y sólo tienen derecho al voto final, al que convierte palabras en leyes, miembros de partido, cuya potencia de razón equivale al número de votos.
Pues ayer le dieron el repaso a Franco, añadiéndole además el Golpe de Estado, que, por supuesto, no lo hubo ni en el 31 ni en el 34 ni en el 36 antes del 17-18 de Julio. Y lo soltaban tribunas de la derecha o, mejor dicho, del liberalismo al que los inocentes conservadores creen derecha.
Ya no sólo se acuerdan, con furia y falso horror, los socialcomunistas del resultado de aquella época. También los liberales que arrastran a conservadores. Incluso se trataba de comparar con los holocaustos, sacrificios de sangre de la religión mosaica. En cambio si un pueblo los hubiese querido, mediante el voto, quizá se tratara de sangre bien invertida. En Francia y en Italia hubo asombrosas matanzas, con cientos de miles de asesinados sin juicio. Pero se han olvidado. La justicia se ha enterrado junto a los muertos.
Cuando el socialismo mata, mata la vida y la muerte y da la razón al asesino. Y no parece que esto haya cambiado, pese a los treinta y muchos años de neo-democracia. Un día les contaré la vera historia de un señor que quiso ir a ver a Franco. ¿A qué? le preguntaron. A saludarlo. Y fue. Y hasta regresó sin que le dieran un mal latigazo.
Prueben a intentar visitar a José Luis Rodríguez Rapazero y nos lo cuentan luego.


Arturo Robsy.


La historia no se perdona. A veces ni se estudia. Se dicta. O sea, ¿quiénes son los dictadores hoy?

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