Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 27 de enero de 2013

SOBRE LA MATERNIDAD DE LA SEÑORA VALENCIANO.

Doña Elena Valenciano, vicesecretaria general del PSOE, anda un poco distraída. O acaso su distracción ocurrió durante las clases de biología de Bachiller. O tal vez su filiación socialista le impide admitir lo que la ciencia ha demostrado hace tiempo si no está de acuerdo con lo que dice el partido.

O, simplemente, es persona necia, que -a decir de la Real Academia Española de la Lengua-, vale por ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber.

Así, doña Elena -véanlo en Publico- afirma que "la maternidad no es cuestión de ministros ni de curas, es de las mujeres".

Desconozco su peripecia personal, pero presumo que usted, doña Elena, ya tiene conocimiento -cuando menos teórico- sobre aquello de donde vienen los niños, y ha superado la etapa de creer que vienen de París -quien sabe si de Berlín, actualmente; o de Nueva York, que es la Meca de los socialistas modernos-, y seguramente tampoco piensa que vienen de África, lo que cada día va siendo más habitual, luego debe saber que la maternidad va indisolublemente unida la paternidad.

Quiero decir que siempre que una mujer es madre, un hombre es padre. No hay vuelta de hoja, salvo casos indemostrados de hermafroditismo. Cabe la posibilidad de que el padre sea desconocido, y en su vertiente más cercana se haya tratado de una probeta -como en el muy famoso caso de su adversaria política doña María Dolores de Cospedal-; pero el hecho es que más allá de la probeta hay un hombre. Cabe también la posibilidad de que el padre sea desconocido de otra forma, a la antigua usanza, pero me permitirá que no haga hincapié en el tema.

En fin, a lo que voy es a afirmar que -se ponga usted como se ponga- lo de tener hijos no es sólo cosa de mujeres, y una elemental justicia hará que la responsabilidad recaiga por igual entre la mujer y el hombre.

Partiendo de esa premisa falsa, la conclusión tiene que ser forzosamente errónea; pero es que, además, doña Elena se descuelga con la siguiente afirmación: "toman decisiones sobre la vida de la gente que no conocen", aludiendo a la normativa sobre el aborto que proyecta el señor Ruiz-Gallardón.

Usted, doña Elena, podrá ser madre -si la naturaleza lo permite- cuando guste y obtenga la colaboración de un hombre, sea en persona, sea por médico interpuesto. Y nadie es quien para obligarla a ser madre o impedírselo. Pero usted, precisamente, no es quien para quejarse de que un Gobierno tome "decisiones sobre la vida de la gente que no conocen", porque su partido -por ejemplo- tomó la decisión de robarle un 5% de la nómina a muchas personas que no conocía. Podía haber tomado la decisión de rebajarle el sueldo a quien si conocía, usted sin ir más lejos; pero prefirió hacérselo a los demás. Así es que un discreto silencio al respecto no estaría mal.

En cualquier caso, señora Valenciano, si bien puede ser cierto que ni "los ministros ni los curas" son quiénes para decidir de su maternidad, también es cierto que el aborto no afecta a su maternidad -salvo de manera tangencial- sino a la vida de otra persona: el hijo que la mujer que aborta no quiere tener.

Y ahí, doña Elena, si tiene la Ley mucho que decir. Porque se trata de salvaguardar el derecho fundamental a la vida de una persona. Persona, además, absolutamente inocente y totalmente indefensa.

Ya se que su comadre Bibiana tenía una empanada monumental con el asunto de los seres vivos y no humanos que las socialistas procrean; pero -bibianeces a un lado- la ciencia ha demostrado que el embrión humano es eso, humano; y que tiene una dotación genética única e irrepetible.

Ya ve, doña Elena Valenciano: nada de religión ni de "curas"; ciencia pura y llana.

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