Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 11 de abril de 2011

SOBRE LAS SORPRESAS.

Las que llama en su auxilio el señor Rodríguez -véase cualquier periódico-, de cara a las próximas elecciones municipales y autonómicas, y para ello, cita ni más ni menos que al señor Azaña.
Ningún ejemplo mejor, por supuesto. Ninguna sorpresa mayor que la de los campesinos de Casas Viejas, que se debían haber creído eso de la República de trabajadores de todas clases, y se encontraron con tiros a la barriga de orden del señor Presidente.
Las sorpresas de Rodríguez y sus sociatas no se puede decir -aún- que sean del mismo estilo, aunque ya sabremos, ya, cómo se las gastan.
En cualquier caso, creo que muchos estamos en condiciones de afirmar -sin demasiado lugar a la duda- que las sorpresas de Rodríguez son mucho más ruidosas.
¡Amigos y camaradas, abstenéos de tomar el tren!

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