Que eso es, ni más ni menos, lo que pretende el Ayuntamiento de Barcelona -lo cuenta El Mundo-, en modificación recién aprobada de sus Ordenanzas: que no vaya la gente en pelota picada -o casi- por sus calles.
Parece ser que los turistas han tomado Barcelona -y tantos otros lugares, no necesariamente costeros- por un lupanar donde exhibirse públicamente, y a los ediles no les parece correcto.
A mi tampoco, desde luego, y lo que en una playa es lógico y en un paseo marítimo tolerable, es inadmisible en el centro de las ciudades. Y si es -por ejemplo, y sin ánimo centralista- en Madrid, roza el absurdo.
Lo que si me parece, es que, de no haber tirado por tierra las normas -y la pedagogía a que aluden los concejales barceloneses- vigentes en el malhadado franquismo, se habrían ahorrado este camino.
3 comentarios:
¡Por favor!. Si era cosa de Franco, entonces no.
Ya recuperaron la ley de vagos y maleantes como cosa de ellos, que encima era anterior a Franco pero estaba mal vista porque "era franquista", pero no lo era, pero la otra sí, no, tampoco. ¡Vaya lío!.
Estos modernos demócratas, pero ¡socialistas y/o nazionalistas!¿¿??, me vuelven loco con tanto liarla, liarse y hacerse la p... un lío solitos.
¡Qué harto me tienen!. ¿No podríamos rebobinar y volver a intentarlo de otros modos, con otros 'ilustres'?
Como poder, podríamos. Bastaría con unas cuantas cosas:
Aplicar en todo su esplendor esa misma Ley de Vagos y maleantes que apoyó el PSOE en 1933.
Declarar nula a todos los efectos la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado -si no mal recuerdo, de 1946- para que el "motor del cambio" se hubiese quedado en Estoril, con su amado progenitor Juan tres palos.
Aplicar a todos los separatistas y terroristas -armados de parabellum o de complejos y tópicos-, la misma legislación que la República aplicó a los campesinos de Casas Viejas.
Y así, cuantos ejemplos se quiera.
O, en su defecto, dejar de jugar a las quinielas en las elecciones, y votar de una puñetera vez a aquellos que ofrezcan lo que queremos, y no a los que nos manden cómo hay que pensar.
Amén
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