Una vez más me aprovecho de la generosidad de mi camarada Arturo Robsy para traer aquí sus palabras. Así, además, me solidarizo con él para el caso, como me avisa, de que intenten procesarle por ella. Puestos a ser enchiquerados, ninguna compañía mejor.
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MAJESTUOSA CARTA.
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Yo, mi Majestad, a todos los que leyeren y entendieren o imaginaren que hay algo que se puede comprender en España sin dejar el cutis.
Españoles todos, ya sarracenos, ya cristianos o rumíes: entro de nuevo en vuestras atentas cabezas para recordaros asuntos variados, selectos, y de cuidado. Quiero y debo empezar por insistiros que, según la constitución, soy un irresponsable, o sea, que no se me puede guardar rencor por lo que quiera que pase. Como quien dice, español entreverado, como jamón serrano, ¿por qué no te callas y dejas que las cosas pasen? Que pasan, claro, pero ni idea tenéis de a qué velocidad.
Antes, españoles todos, España era una misión. Empresa común. Multinacional además. Yo mismo lo decía y algún merluzo me creería. Quizá en plena merluza, porque somos muy merluzones aquí, no en vano inventamos el Jerez y los productos Osborne que ayudaron a ganar batallas. Y cargas a la bayoneta, al ser ingrediente principal del español “saltaparapetos.” Mi padre estuvo dispuesto a catar ese saltaparapetos pero Franco, que era monárquico de trinchera y no de salón, no le permitió ir al frente, lo que no estuvo mal pensado, porque a lo mejor no hubiera nacido yo. O no del todo.
Ya se que vosotros me diréis ¿y por qué no se lo administra usted a la ministra de defensa, que se enardezca y brinque contra los tíos del Índico y de Mauritania, de modo que los deje arrasados y con la fe confusa por el estampido de los boinas verdes o la Legión rebanándolos como si fueran jalufos? También, apelando equivocadamente a la tradición, pensaréis y escribiréis, los que sepáis, que llevamos demasiado sin degollar enemigos, que es cosa que causa algún respeto por ahí fuera. La última vez fue con una División que no se puede nombrar más que con número: la 250. A la bayoneta hizo diabluras pero, claro, yo era muy niño y mi papá ni lo intentó. No es poco mérito meterle a un comunista una bayoneta hasta las cachas, pero ahora con tantos comunistas nuevos que se lo creen todo, y con tantos envejecidos que pululan por el socialismo, hay cosas que no se pueden ni pensar, como la Unidad de España.
Españoles todos: Yo estudié y me examiné en el Cardenal Cisneros alguna vez y, aunque me perdonaron los latines, bien que me se que la unión hace la fuerza, y que puedes romper con las manos desnudas una caña, pero no un haz de cañas. O sea, por prevenir lo digo, una gavilla. Además, si la unidad se destruye, de qué voy a ser rey: ¿De Valdepeñas? ¿De la Zarzuela?
Además me se otros latines: si vis pacen para bellum, por ejemplo, y tengo la sospecha de que alguien va haciendo eso de “para bellum”, que traducido al moderno, sería prepara la guerra. Pero a mí me interesó ser rey, más que nada para cuplir la voluntad del Caudillo. “Que sí, que sí -me decía- que estos tíos, o sea, lo de hoy mismo, escarban y mienten. Es más, escarban hasta que te pillan un huevo y se te lo llevan a Suiza, por decir un sitio.”
¿Qué podía yo sino aprender manera? Pocos estudiantes rechazan una beca, aunque haya que jurar por las barbas de Mahoma. Que, por cierto, creo que andan planeando que las jure, porque esto se llena de mahoma y de muezzines, o sea, de moros subidos a torres pegando gritos al amanecer. Y con altavoces.
¿Pero creéis que nuestra robusta España está a un tris del turbante? Levantad el ánimo que aquí, como siempre, está vuestro rey, a veces llamado elefante blanco por los descorteses que sólo cuidan de sus intereses personales, como aquellos -tomad educación real- eran llamados en la Democrática Atenas, “idiotas.”
Un día, como hicieron Suárez, hoy descolocado el seso, y Felípez; y Aznárez; y Zapaterez, conviene decir que vamos a una España mejor, ya en alpargata, ya con las tripas ahiladas, ya con los huevos caídos, tendréis que decir, recogiendo todos las gónadas del suelo, que nos encaminamos a una España mejor, pero sin burlones y sin ladrones. La España mejor, Españoles, existe. Basta con mirar la línea del horizonte marino para saber que todo esto es redondo y que redonda estamos haciendo la Transición: Es decir que todos veáis lo que nos traen los partidos (mencionados en la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento) y escarmentéis. De otro modo lo digo: he servido, con mi sacrificio, a que todos os enterarais de lo que se puede esperar. O sea que he sido el Rey del Escarmiento Necesario. Un mérito apenas cometido por los monarcas de mi dinastía.
No tenían el corazón azul, que es lo que digo yo: si tienes sangre azul, tienes corazón azul.
Porque soy irresponsable de puro constitucional y no puedo dejar rebanar como hacían mis antepasados, no me interpretéis mal. No olvidéis que, forzado por el tremor, retiré de las escalillas a gentes como Daoiz, Velarde, Ruiz y Franco. Ya retiraré de la memoria a Suárez, aquel mamporrero de mi juventud, a Felípez, a Aznárez y a Zapatérez. España lo requiere y, cuando nos echen de la Zona Euro, veréis brillar la verdad y los números secretos de los paraísos fiscales.
Qué mundo éste, pero no desesperéis. Todo cambia, como decían o Heráclito o Parménides. Uno de los dos, seguro.
Españoles todos: aguantaos un poco más.
Yo, el Régulo.
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Arturo ROBSY. Del cuerpo de Francotiradores de la Falange.
1 comentario:
Seguro que hay alguien que nos quiera acompañar en las largas tardes "talegueras" para poder echar un buen mus los cuatro.-
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