Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 19 de marzo de 2010

SOBRE EL COMENTARIO A "LAS COSAS CLARAS".

Cosas claras de las que antes escribí, a propósito de que el presidente de Air Berlin, Álvaro Mendelhman, hata afirmado que su compañía no va a poner su página web en catalán, porque para España el español basta.
Y el comentario, me lo envía mi camarada Arturo Robsy, que además de conocer el paño lidia cotidianamente con esa fauna. Y le pone un par en todo lo alto:

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Como cenutrio aldeano de isla te doy toda la razón, Rafael. Ayer, en un debate de Intereconomía, salió uno de los que fueron ponentes del estatuto catalán y con sus ideas dejó bien claro que padece grave enfermedad mental.
No entiendo el fenómeno, salvo por la presión, los favores y el quitarse de problemas. Unos pocos fanáticos nos atornillan, nos quitan los derechos que la constitución da y, lejos de pasarles algo, los sacan a desbarrar por tele.
Cataluña es un grano que supura cada vez que España languidece y se acobarda. La cosa ya empezó con el Conde Duque y no ha parado. En la rebelión general que levantó Luis XIV y que nos costó Portugal. Y sigue. Con el primer Borbón. Con la Guerra de la Independencia; con la primera república, con la segunda y ahora. El diagnóstico, Rafael, es fácil: no es Cataluña el foco, sino España y su vida mortecina. Para colmo, Rajoy ha bendecido que se hagan -y ya era suyo- con el PP de Baleares los catalanistas, que son los que nos han impuesto todas las pamemas de Barcelona. Cuando en el 36 se trató de desembarcar en la Mallorca Nacional, queda claro que se hizo en nombre de la Generalidad de Companys.
Se trata de algo que vivo y no comprendo bien. Me gusta entender. Aquí, a mi lado, vive una minoría catalanista que ha hecho que esto sea un mundo aún más férreo que el de Barcelona y empiezo a estar cansado de luchar contra malvados obsesivos. Malvados que, además, tienen cargos en el gobierno autonómico y que han llegado a decir que el "catalán es parte de la diversidad biológica." Y así salió en nuestra prensa. Y lo ponen cada dos por tres en las páginas para escolares, cada semana. Yo soy de aquí. Hablo catalán para decirles, alguna vez, que Visca Espanya. Y no entiendo el juego, que es de pura iniciación al analfabetismo. Aquí, de modo tradicional, se ponen "En" o "Na" como artículos ante el nombre propio. Cosas de pueblo muy pueblo. Pero he conocido a una chica, de 18 años, mayor de edad, que me ha confesado que siempre creyó que Napoleón era una mujer, o sea "Na Poleón", una mujer llamada Poleón. Pasada, claro, por todo el sistema educativo y ahora en Barna haciendo pinitos superiores.
O sea, Rafael: esto es peor que el paro laboral, porque es el paro mental.
Si creen, entre otras capulladas, que el idioma es biología y lo enseñan, estos son más que traidores: son pederastas: abusan de los niños. Y maricones: acojonan a los hombres. Esto, Rafael, mi Alférez, no debe quedar así cuando vuelva el sentido a España. Debe quedar en la cárcel y con diez azotes de desayuno.
Arturo.

No te diré más que un último detalle: Hace ya 20 años (con el PP) quedó prohibido a los cargos electos (y a los funcionarios después) hablar en español. Prohibido. Toda la banda roja disfruta prohibiendo. La catalanista -a menudo roja, como lo es el Psoe aquí- es aún más fiera. El caso es que es imposible recibir comunicaciones de nadie salvo en catalán. No es una administración española y les encanta decirlo.

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También me encomienda Arturo añadir que "en Baleares no han caído todos los ladrones que hay. Abundan como la langosta. No la de mar, que está muy rica".

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Y, por aquello de completar el cuadro para el posible lector, mi respuesta a su comentario:

Hombre, Arturo, que lo de cenutrio aldeano no iba por ser de isla, sino por el catalanismo cafre. Tu nunca podrías ser cenutrio, porque eres falangista y ambas cosas son incompatibles; ni podrías ser aldeano, porque eres heraldo imperial.
Pero tienes toda la razón en que no se entiende. Ni tu, que lo sufres al lado, ni los que lo vemos a ráfagas desde fuera. Es el triunfo de la mediocridad.
En toda España, y en las regiones con banderín, retrete y banda de música -que ya son todas-, que no quieren ser España, se ha instalado el igualitarismo necio, que para igualar corta lo que sobresale. En todos los sentidos.
Aunque algo de cierto tiene eso de que "el catalán es parte de la diversidad biológica", porque mayor animalada no cabe.
Bien andamos, entre los que creen que el emperador Bonaparte era doña Poleón, y los que lo creen coetáneo de César y de Franco. Buena materia prima de esclavos.

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