He visto estos días un anuncio en las paradas de autobús que viene a decir algo como que a las mujeres hay que respetarlas y cuidarlas.
Ignoro si esta campaña lleva mucho tiempo, porque a las horas de la madrugada en que voy a trabajar no está uno para florituras, y el hecho de llegar ya supone un derroche de facultades, hasta el punto de que a veces me pregunto si mi coche, al cabo de más de trece años de hacer el mismo recorrido casi a diario -porque uno es facha y, por tanto, no cambia de coche cada dos días como los socialistas o los peperos- no habrá acabado aprendiéndoselo.
Bueno, a lo que estoy: que me sumo, sin duda, a esta campaña contra los malos tratos, y comparto y apoyo la tesis de que a las mujeres se las debe respetar y cuidar.
Debo, no obstante, resaltar el tono retro, carca, inmovilista, nostálgico, machista, antiigualitario, discriminador, sexista, fascista y franquista -en fin, coloquen ustedes los adjetivos que gusten y en el orden que les plazca- de dicha campaña.
Porque el caso es que, nada más ver el referido anuncio, se me vino el recuerdo de cuando las admoniciones paternas iban en este mismo sentido; y cuando los críos andábamos en la edad en que aún no se distingue de sexos, y si una niña viene a incordiar se le suelta un sopapo como si fuéramos de verdad iguales, nuestros padres siempre nos decían que a las niñas no se les pega. Esos eran -aclararemos- los años sesenta y primeros setenta del pasado siglo; hace unos treinta o cuarenta años: plena caverna, pues.
Luego se educó, desde hace unos 30 años, en la igualdad y sin diferenciar sexos, -quizá porque nunca se sabe cual de las cuatro o cinco posibilidades va a elegir la criaturita- ni sesos; en el diálogo y la tolerancia, en la libertad, en el rechazo a conductas preestablecidas y alienantes, en el hembrismo hidrófobo.
Hace pocos días, la prensa informaba que la mayoría -con diferencia- de mujeres que han pedido órdenes de alejamiento y protección policial, y la mayoría de las agredidas, son menores de 30 años. ¿Alguien ve una relación entre ambas cosas?
Ignoro si esta campaña lleva mucho tiempo, porque a las horas de la madrugada en que voy a trabajar no está uno para florituras, y el hecho de llegar ya supone un derroche de facultades, hasta el punto de que a veces me pregunto si mi coche, al cabo de más de trece años de hacer el mismo recorrido casi a diario -porque uno es facha y, por tanto, no cambia de coche cada dos días como los socialistas o los peperos- no habrá acabado aprendiéndoselo.
Bueno, a lo que estoy: que me sumo, sin duda, a esta campaña contra los malos tratos, y comparto y apoyo la tesis de que a las mujeres se las debe respetar y cuidar.
Debo, no obstante, resaltar el tono retro, carca, inmovilista, nostálgico, machista, antiigualitario, discriminador, sexista, fascista y franquista -en fin, coloquen ustedes los adjetivos que gusten y en el orden que les plazca- de dicha campaña.
Porque el caso es que, nada más ver el referido anuncio, se me vino el recuerdo de cuando las admoniciones paternas iban en este mismo sentido; y cuando los críos andábamos en la edad en que aún no se distingue de sexos, y si una niña viene a incordiar se le suelta un sopapo como si fuéramos de verdad iguales, nuestros padres siempre nos decían que a las niñas no se les pega. Esos eran -aclararemos- los años sesenta y primeros setenta del pasado siglo; hace unos treinta o cuarenta años: plena caverna, pues.
Luego se educó, desde hace unos 30 años, en la igualdad y sin diferenciar sexos, -quizá porque nunca se sabe cual de las cuatro o cinco posibilidades va a elegir la criaturita- ni sesos; en el diálogo y la tolerancia, en la libertad, en el rechazo a conductas preestablecidas y alienantes, en el hembrismo hidrófobo.
Hace pocos días, la prensa informaba que la mayoría -con diferencia- de mujeres que han pedido órdenes de alejamiento y protección policial, y la mayoría de las agredidas, son menores de 30 años. ¿Alguien ve una relación entre ambas cosas?
3 comentarios:
Ellos dirán... "la sombra del franquismo es alargada"
Yo digo que hoy hay un embrutecimiento generalizado.
Has estado "sembrao", Rafael.
Magnífico artículo y agudo análisis.
Yo soy falangista (alguien que para los progres es machista y que considera a las mujeres seres inferiores y que solo tienen que vivir para parir hijos, criarlos y plancharme) y sin embargo estoy seguro que respeto a las mujeres mucho mas que ellos.
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