Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 14 de febrero de 2025

SOBRE LA RESPONSABILIDAD.

José Antonio enseñó a quien lo hubiera menester -que en la Segunda República era la mayoría de los imbéciles y de los asesinos que poblaban el parlamento- que los Gobiernos se suceden para lo bueno y para lo malo, y que ningún Gobierno puede dejar de cumplir los compromisos internacionales del anterior. Aunque -esto lo digo yo- no le gusten, porque para eso existe una solución normal, ética y decente, que es renegociar los acuerdos.
Por supuesto, no espero que ningún sinvergüenza gubernamental de "estepaís" tenga capacidad intelectual para entender algo que, en el fondo, es tan sencillo. Mucho menos espero que Donald Trump sepa quién fue José Antonio y conozca las razones jurídicas que asistieron su razonamiento. Ni que decir tiene, que las razones de dignidad, de honor y de simple decoro no pueden caber en un individuo tan impresentable como el mandamás de los yanquis.
Viene esto a cuento del abandono de los EE.UU de Ucrania, para facilitar la vida del mandamás ruso, tan amigo del yanqui. 
Donald Trump se propone dejar a Ucrania a su suerte, tras los años de ayudas del Gobierno de Estados Unidos para repeler la agresión rusa. Esto es abandonar los compromisos internacionales adquiridos previamente, y esto es la falta de responsabilidad del yanqui.
No soy antiamericano. No soy antinada. Ni antisemita, tan de moda últimamente, ni antinazi, que es el lugar donde se colocan los que han seguido el argumento putinesco de que había que "desnazificar" Ucrania. Entre ellos, para mi asombro -a estas alturas, poco- los que pensé que eran "los míos". Nada más extraño -para mi, que siempre he estado en el mismo sitio- que leer documentos de algún grupo falangista criticando los gobiernos nazis de Ucrania y aplaudiendo la invasión de este país por una Rusia que cada día parece más soviética. 

Todo ello, en mi modesta opinión de dinosaurio trasnochado y obsoleto, que no comprende la situación internacional, que no entiende que ya no estamos en la guerra fría y cuya imbecilidad manifiesta le impide darse cuenta de que los países que tienen la razón y la verdad de su lado son Rusia y China, tal como me ven los que creí que eran "los míos".
Sigo siendo lo que siempre he sido. Lo que empecé a ser en 1975, suficiente tiempo como para cambiar ahora. Si seguir pensando lo que he pensado siempre me impide ser falangista de hoy, no pasa nada. Por eso llevo décadas definiéndome como nacionalsindicalista, no fuera a decirme algún falangista puro que mi modesta opinión y mi modesta persona no era digna de entrar en su torre marfileña.
En fin -perdonen la digresión- que los prorusos desnazificadores estarán terriblemente agradecidos a Trump, que ha sacado a su Vladimir del atolladero cuando la realidad había demostrado que Rusa era un gigante con pies de barro y no tiene potencia económica, ni militar, ni demográfica para vencer a un país infinitamente más pequeño en territorio y población, y que ha recibido algo de ayuda de Europa y USA, bastante mediatizada por el miedo a enfadar a Putin. 
Estados Unidos, con el payaso Trump, ha vuelto a poner a Rusia en primera línea de potencia mundial, pero los prorusos desnazificadores estarán también terriblemente cabreados, porque ellos han sido siempre antiamericanos y antisemitas, y ellos odian a USA porque consideran que protege a los judíos. Esos mismos judíos a los que ahora acusan de genocidas cuando arremeten contra los terroristas que les agreden continuamente.
Por lo tanto, los prorusos desnazificadores deben estar hechos un auténtico lío. Porque tienen que odiar a Estados Unidos -es su mantra del anticapitalismo-, pero tienen que agradecer que los Estados Unidos ayuden a la Rusia que han colocado en su altar ideológico modernizado. Es lo que tiene ser "anti"; que luego pasan estas cosas y no saben donde meterse ni a donde mirar.
En cambio, yo me puedo permitir seguir diciendo que Trump es un individuo soez, grosero, maleducado e impresentable, y que abandonando a Ucrania es un traidor a los compromisos de su país. Que con esta acción, nadie volverá a creer en la palabra de los Estados Unidos de América -si es que alguien creía aún-, y que causa un daño irreparable a la credibilidad de su país.
Pero también me puedo permitir decir que Donald Trump tiene toda la razón del mundo cuando le dice a eso que llaman Unión Europea que se vaya buscando la vida, porque USA ya no le va a sacar las castañas del fuego. Que Estados Unidos no va a seguir pagando la defensa de un chiringuito que no cumple sus obligaciones con la OTAN, que no suelta un euro para su propia defensa pero los reparte a manos llenas para toda aberración antinatural. Y que encima mira a los Estados Unidos por encima del hombro, que les dice que se vayan a su casa mientras les pide que ponga los soldados, los aviones y los tanques.
Son cosas perfectamente compatibles para los que no tenemos amo. Porque Trump no tiene razón al abandonar a Ucrania de la forma que anuncia, y eso hundirá la credibilidad de Estados Unidos y le dará vida a una Rusia que no ha dejado de comportarse como la bestia soviética cuyos vicios siguen presentes; pero tiene razones sobradas para no hacer caso a los charlatanes de la UE, en prescindir de marrulleros pedigüeños a los que toda la fuerza se les va por la boca. Por más que nos moleste tener que reconocerlo.

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