Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 21 de febrero de 2025

SOBRE LOS MANIPULADORES.

Esta misma mañana, mientras tenía puesta la radio para oír algo de ruido en tanto me ocupaba de otras cosas, me he asombrado al escuchar en la COPE -esa emisora episcopal cada vez menos libre, pues, contra lo que dice su lema, cada día dice menos la verdad- que Santiago Abascal consideraba que Ucrania tenía la culpa de la invasión rusa, para seguir la canallada de Trump.
Lo de Trump, evidentemente, es cosa que justificaría la costumbre useña del magnicidio, tan eficaz cuando otros medios no dan resultado. Lo de los canallas que le siguen la corriente, es de expulsión del mundo civilizado -si es que queda algo-, o de psiquiátrico de guardia, especialmente para todos aquellos que se mostraban prorusos y -consecuentemente- prochinos y provietnamitas, por situarse antiamericanos. A ver ahora cómo atan esa mosca por el rabo, que es cosa que antes o después les acaba pasando a los "anti."
Pero, a lo que iba: leo después en El Debate -periódico digital de la misma casa episcopal y, según se va comprobando, espesa- las palabras textuales -así las entiendo al estar entrecomilladas- de Santiago Abascal:

«Los mismos que han dejado a Europa indefensa, destruyendo su industria y su capacidad de generar energía, los mismos que le dieron a Rusia la posibilidad de invadir Ucrania, los mismos que facilitaron la agresión de Putin condenándonos a la dependencia energética», afirmó el líder de Vox.

Lo cual, evidentemente, se parece a lo dicho por los sinvergüenzas opinólogos de la COPE como un huevo a una castaña. 
No obstante, espero también una declaración clara del señor Abascal -declaración que se traduzca en hechos a lo largo del tiempo y no se quede en salida por la tangente- con respecto a la agresión rusa, al imperialismo de corte soviético que mantiene Rusia, y a la canallesca posición de Trump.
Y sobre la manipulación de los tertulianos de la emisora episcopal, poco que decir. Su peperismo es patológico y vergonzante, al igual que el de los Obispos. Y aunque a uno no le extraña lo más mínimo, si le da un poco de pena.


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