Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 10 de enero de 2019

SOBRE EL IMPERIALISTA MACRON.


Para quien no lo sepa -y supongo que no habrá casi nadie que lo ignore- don Emmanuel Macron es el Presidente de la República Francesa. El Presidente que fue elegido gracias a la recomendación de voto de todos los partidos coaligados expresamente contra el Frente Nacional de Marine Le Pen.

Pues bien: este Presidente de Francia que debe el puesto a la izquierda, la ultraizquierda, la extraizquierda, se permite el lujo de entrometerse en los asuntos internos de otro país -España- para decir -véase 20 Minutos- que observamos, y somos muy claros sobre el hecho de que no puede haber alianzas con la extrema derecha, y que no puede haber alianzas con la ultraderecha en España.

Para el señor Macron, entonces, si puede haber alianzas con la extrema izquierda -a la que, repito, debe el puesto-, dado que no advierte a Pedro Sánchez de que no se mantenga como Presidente del Gobierno de España con el apoyo de la ultraizquierda y del filoterrorismo. Para el señor Macron, el terrorismo es un aliado aceptable, y la ultraizquerda es perfectamente admisible.

Pero además, es que el señor Macron se cree quizá un nuevo Napoleón, con capacidad para dictar lo que los españoles pueden o no pueden hacer. No ya para aconsejar -por más que un recién llegado no resulte el consejero más experimentado del mundo-, sino para vigilar de cerca y advertir de que no puede haber alianzas con la extrema derecha en España. 

Evidentemente, el señor Macron es -como ya nos parecía- lo suficientemente tonto como para no darse cuenta de que en España, cuando cualquier extranjero nos quiere imponer algo, provoca la reacción diametralmente opuesta.

Y es que en España, señor Macron, aún recordamos -algunos, al menos- lo que es la dignidad. Eso que usted se dejó olvidado para conseguir ser Presidente de la República Francesa, con la ayuda de todos cuantos hasta el día de antes le habían puesto -a lo que se ve, con razón- a parir.

¡Vete a la mierda, Manolito!



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