Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

domingo, 29 de julio de 2018

SOBRE EL MURO.

El muro cuya construcción ha propuesto VOX para la defensa de las fronteras españolas de Ceuta y Melilla.

A mi, VOX no me cae bien, ni creo que sean solución para nada. VOX proviene del cabreo de unos señores del PP que en su día se quedaron sin cargo, y que desde entonces quieren volver a él como sea. Incluso diciendo cosas distintas, en emisoras de radio diferentes, y en días sucesivos, según lo que creen que pueden preferir los oyentes de cada medio. No es hablar por hablar; he oído a don Alejo Vidal Quadras defender unas cosas en Radio Intercontinental un día, y al siguiente otras cosas radicalmente distintas en la COPE.

Todo ello no obsta para que la construcción del muro pueda ser idea acertada, y hasta el advenimiento del paraíso socialista todos los pueblos del mundo han defendido sus fronteras, con los medios que han podido, -entre ellos, los muros- contra las invasiones extranjeras y contra cualquiera que quisiera pasar sin tener derecho a ello. Los paraísos socialistas inventaron una nueva utilidad de los muros, que fue la de impedir salir a los ciudadanos propios, pero ese es otro tema.

Queda, además, un detalle, y es que los muros, por sí mismos, sirven de poco. Para que los muros sean efectivos, hay que defenderlos.

Y para que no me llamen fascista -lo cual me importa tres leches-, racista, xenófobo y todas esas lindezas de los topiqueantes necios, pondré como ejemplo de muro bien defendido esa maravilla que se inventó la izquierda: el muro de Berlín, con sus buenos nidos de ametralladora y sus buenos soldados dentro de ellos.




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