Actualidad que es, evidentemente, la de la fecha. Hoy es
20 de Noviembre -20N- y como sabrá cualquiera que lea prensa, oiga radio, vea
televisión, el tema de actualidad -en los últimos 40 años- es Franco, el
franquismo, la dictadura...
Son tan cobardes, tan acomplejados, tan paranoicos, que
aún no se han enterado de que el Excelentísimo señor D. Francisco Franco
Bahamonde, Generalísimo de los Ejércitos, Caudillo de España, falleció de muerte
natural en 1975. Siguen con su guerra, con su complejo, con su idiotez, viviendo
cojonudamente contra Franco.
Siguen luchando contra el fascismo, contra los
fachas de la Falange, los mismos que babean ante los estalinistas pasados
por el Caribe, y siguen sin entender -nunca podrán, no les llega su escasa
inteligencia- que la única forma decente de vivir, de ser humanos, de ser
españoles, es la que anunció José Antonio Primo de Rivera, aquél joven
universitario al que las izquierdas asesinaron gracias a las
derechas.
Y mientras ellos -izquierdas y derechas, capitalistas y
estalinistas (o capitalistas estalinistas, que haylos), tontos y mamarrachos-
siguen jugando con sus pactos y componendas, con sus urnas y sus listas y sus
votos, con la vida de todos los que se lo toleran, nosotros -los que quedemos-
hoy vamos a pronunciar la más bella oración jamás escrita.
Mañana será otro día. Mañana volveremos a llamarle tonto
al tonto, ladrón al ladrón, gilipollas al gilipollas; volveremos a llamarle
canalla al canalla, sinvergüenza al sinvergüenza, traidor al traidor y cobarde al
cobarde, y ya habremos completado el censo de la actualidad.
Hoy, la oración.
*****
Señor:
Acoge con piedad en Tu seno a los que
mueren por España, y consérvanos siempre el santo orgullo de que solamente en
nuestras filas se muera por España, y de que solamente a nosotros honre el
enemigo con sus mejores armas.
Víctimas del odio, los nuestros no cayeron
por odio, sino por amor; y el último secreto de sus corazones, era la alegría
con que fueron a dar sus vidas por la Patria. Ni ellos ni nosotros hemos
conseguido jamás entristecernos de rencor, ni odiar al enemigo.
Y Tú sabes, Señor, que todos estos caídos
mueren para libertar con su sacrificio generoso a los mismos que les asesinaron;
para cimentar con su sangre fértil, las primeras piedras en la reedificación de
una Patria libre, fuerte y entera. Ante los cadáveres de nuestros hermanos, a
quienes la muerte ha cerrado los ojos antes de ver la luz de la victoria,
aparta, Señor, de nuestros oídos, las voces sempiternas de los fariseos, a
quienes el misterio de toda redención ciega y entenebrece, y hoy vienen a
pedir con vergonzosa indulgencia delitos contra los delitos, y asesinatos por la
espalda a los que nos pusimos a combatir de frente.
Tú no nos elegiste para que fuéramos
delincuentes contra los delincuentes, sino soldados ejemplares, custodios de
valores augustos, números ordenados de una guardia, puesta a servir con honor y
con valentía la suprema defensa de una Patria.
Esta ley moral es nuestra fuerza. Con ella
venceremos dos veces al enemigo, porque acabaremos por destruir, no sólo su
potencia, sino su odio.
A la victoria que no sea clara,
caballeresca y generosa, preferimos la derrota. Porque es necesario que mientras
cada golpe del enemigo sea horrendo y cobarde, cada acción nuestra sea la
afirmación de un valor y de una moral superior.
Aparta, así, Señor, de nosotros, todo lo
que otros quisieran que hiciésemos, y lo que se ha solido hacer en nombre de
vencedor impotente de clase, de partido o de secta. Y danos heroísmo para
cumplir lo que se ha hecho siempre en nombre de una Patria, en nombre de un
Estado futuro, en nombre de una Cristiandad civilizada y
civilizadora.
Sólo Tú sabes, con palabra de profecía,
para qué deben estar aguzadas las flechas y tendidos los arcos.
Danos ante los hermanos muertos por la
Patria, perseverancia en este amor, perseverancia en este valor, perseverancia
en este menosprecio hacia las voces farisaicas y oscuras, peores que voces de
mujeres necias.
Haz que la sangre de los nuestros, Señor,
sea el brote primero de la redención de esta España en la unidad nacional de sus
tierras, en la unidad social de sus clases, en la unidad espiritual en el
hombre, y entre los hombres.
Y haz también que la victoria final sea en
nosotros una entera estrofa española del canto universal de Tu
Gloria.
Rafael Sánchez Mazas.
*****
José Antonio Primo de Rivera,
¡Presente!
Francisco Franco, ¡Presente!
Caídos por Dios y por España,
¡Presentes!
¡Arriba España!
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