Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

lunes, 22 de mayo de 2017

SOBRE EL GANADOR DEL SARAO SOCIALISTA.

El de ayer, ya saben ustedes, donde tenían que votar los sociatas cual de sus pastorcillos -o pastorcillas, o pastorcilles- los llevaban a esquilar. 

A los demás -o sea, a los que no somos sociatas- quien fuera el ganador nos daba más bien lo mismo, porque sabemos que cualquiera de ellos -ya antes sirvieron de ejemplo González y Rodríguez- nos iba a sacar lo que tenemos y lo que no tenemos. Y tanto para dárselo a los suyos, como para quedárselo.

Parece que los socialistas con voto dentro de su partido están mayoritariamente a favor de mister NO, única palabra comprensible que lleva dicha desde que nació a la vida pública. Es decir: que los socialistas con voto siguen en el dales caña Arfonzo, con que saludaban a aquél simpático señor Guerra; el de los hermanos enchufados en despachos oficiales de la Junta de Andalucía. Siguen en la visión guerracivilista destapada por un señor Rodríguez que sigue emperrado en ganar la guerra que su abuelito perdió. 

Evidentemente, no soy de los cándidos que pudieran pensar que con doña Susana la cosa sería mejor. Y para qué hablar de don Pachi Nadie. 

Porque en el fondo todos sabíamos -todos los que conocemos el paño, vaya- que de esa cuchipanda sólo iba a salir un ganador: don Pablo Iglesias.


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