Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

viernes, 3 de febrero de 2017

SOBRE LAS VÍCTIMAS DEL SEPARATISMO CATALÁN.


Para los fundamentalistas del separatismo catalán, los pobrecitos chorizos arrestados ayer bajo las acusaciones de organización criminal, cohecho, tráfico de influencias, prevaricación, financiación ilegal de partidos políticos, blanqueo de capitales y malversación de caudales públicos, son víctimas de una persecución política de Madrit.

Los fundamentalistas del separatismo catalán son muy aficionados a las anteojeras, de manera que -lo mismo que los burros en torno a la noria- no ven mas que de frente, por la estrecha franja que sus amos les permiten. No ven, pues, que sus dirigentes separatistas son los que les han estado robando, y no esa España a la que le han mandado odiar, porque el separatismo catalán no puede vivir sin odio. 

No ven que ese tres por ciento -que no se lo ha inventado Rajoy, porque ya lo había denunciado otro separatista, Maragall-, o ese siete por ciento que dicen otras investigaciones, no se ha ido a las cuentas suizas del PP, sino a las cuentas de sus propios amos. Y no ven que ese tres -o siete- por ciento no ha salido de las arcas de Montoro, ni salió anteriormente de las de Solbes, sino que ha salido de las cuentas de la Generalidad de Cataluña, que -según los datos- concedía contratos públicos a las empresas -en muchas ocasiones también públicas- que le entregaban un porcentaje de esos contratos a los partidos que mangoneaban en la licitación.

O sea, y para ver si los separatistas lo entienden: los partidos separatistas se han estado quedando -después de darle un paseo por otras cuentas de empresas afines a los euros- con parte de los presupuestos de la Generalidad, o de los Ayuntamientos. Dinero que el Estado, o los propios ciudadanos de Cataluña, habían entregado para pagar obras, si, pero licitadas a su precio justo; para la dependencia, para escuelas, para sanidad, para fomento del empleo... y no para beneficio de partidos ladrones y prevaricadores. Se lo han robado a ellos, a los habitantes de Cataluña, no a esa España que lo único que les ha robado es un Gobierno autónomo justo y limpio.

Y todo esto no ha salido de un Gobierno de Madrit que les haya mandado a la Guardia Civil a perseguir independentistas; todo esto ha salido de una denuncia que, en su día, interpuso -véase Libertad Digital- la exconcejal de ERC en Torredembarra Montserrat Gasulla sobre las adjudicaciones del alcalde convergente.


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