Están sobando la badana al Papa porque piensa que muchos jóvenes no bucean en sí mismos, ni en la vida ni en el más allá: que a muchos se les va la olla con lo inmediato, normalmente servido por las nuevas tecnologías. Los que se lo han tomado a mal añaden que esta juventud de hoy es la mejor preparada, pese a lo que diga la Unesco de la Logse y lo demás y a lo que muchos pensamos sobre el objetivo final de la vida, puesto que la muerte -pena de muerte vital- no hay sido aún prohibida.
Y bueno lo ponen por suponer que el hombre no debe estar todo el tiempo fuera de sí mismo. El Socialismo (con su ateísmo asilvestrado) nos quiere fuera de casa (que es la familia además), fuera del pensamiento y fiel a las consignas y los dichos. Ni un momento de paz para sobrevivir al materialismo, o sea, ni un minuto para preguntarse por sí mismo y por la trascendencia, que no es lo mismo que la cuenta corriente.
El silencio es una buena terapia. Como enfangarse en el Aleluya del Mesías. Le han dado bien al buen Papa por decir cosas básicas, incluso en las emisoras supuestamente católicas. Claro es, nadie ha mencionado Evangelios, ni a Sócrates ni a Platón ni a Aristóteles. Son elementos antiguos. Modificados. Porque no hace tanto se venía a la vida para mejorarse y salvarse al final. También aprendía a ir con ojo con los pecados, y especialmente con los Capitales, que hoy, precisamente, son parte de la moda y de los mensajes publicitarios y/o propagandísticos.
Basta con ver un par de series y un centenar de anuncios para comprobar que se nos estimula a la ambición, o sea, a la codicia; se nos guiña desde el egoísmo; se nos aplaude desde la gula; se aplaude la pereza especialmente porque para algo están los festivos y las bajas médicas. Es buena la ira cuando andamos por el campo de fútbol o en un mitin equivocado.
¿Y qué de la avaricia? Porque es como la banca pero desnudita: hasta el ombligo se ha guardado en la bolsa
Total, con todo esto habrá más sitio libre en el cielo.
Arturo Robsy
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