Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

miércoles, 19 de octubre de 2011

SOBRE LOS ETERNOS PALETOS.

Que, para entendernos sobre seguro y con nuestra madre Academia de testigo, es tanto como decir rústico -que en segunda acepción equivale a tosco- y zafio, que vale por grosero.

Eternos paletos son los gobernantes españoles, al menos desde que el afrancesamiento nos ganó la Guerra de la Independencia, vieja de dos siglos y que aún nos colea. Eternos paletos, asombrados por cualquier boutade -palabro que la Academia, no se por qué, acaso por ese afrancesamirnto antedicho, admite-, boquiabiertos y pasmados ante cualquier cosa extranjera. Lo extranjero es mejor, podría ser su lema.

Eternos paletos, prestos a admitir, aceptar, implorar como damiselas carentes de lo que la señora madre de Boabdil afeaba a su retoño, que nos vengan los extranjeros a meter por la vereda, unas veces bonapartista y mameluca, otras constitucional y fernandina, y en ocasiones famélica y estalinista. O, como ahora, progreta y guarra.

El caso es que lo que digan los extranjeros -cualquiera, sea un corrupto exchorizo mayor de la ONU, sea un terrorista irlandés, sea una desconocida noruega, sea un mierda francés-, tiene patente de corso, y los eternos paletos saltan meneando la cola si cuatro gilipollas foráneos quieren venir un fin de semana a chulearnos.

Por supuesto -aclaro para posibles progres, sociatas, necios en general- me refiero a los seis o siete hideputas que han venido a decirnos que hay que negociar con los asesinos, que hay que darles lo que quieren, y que pelillos a la mar, los muertos al cementerio, los asesinos al Congreso y a los Ayuntamientos, y la vergüenza a tomar por culo.

Y ello, según se ve, con el tancredismo habitual del fantasma Zapatero, incapaz de la mínima gallardía. Incapaz de decirles que no son bienvenidos a España los que insultan a los muertos y aplauden a los asesinos. Que no son bienvenidos los que cohabitan con los cómplices del terrorismo, y que en España tenemos unas leyes, una Policía, unos jueces y unas cárceles perfectamente capaces de dar a ETA la única respuesta posible. ¿Quizá por un inesperado rapto de honradez, que no le ha permitido mentir sabiendo qué clase de leyes, de jueces y de mandos policiales tenemos?

Porque ya sabemos que no tiene capacidad para la humorada de invitarles a comer y exigir que de plato principal les den morcilla.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En España es muy habitual justificar algo con el famoso "si se hace en Europa, ¿por qué aquí no?" (espero que a nuestros vecinos no les dé un día por tirarse a un pozo, ¡que si no...!).

JULIUS dijo...

¿"HIDEPUTAS"?. No, Rafael. ¡Son putas!.

Se les ha llamado, han venido, han tocado los huevos, han cobrado, se han marchado y nos han dejado la "gonorrea".(Por aquello del vascuence)
Putas, Rafael, putas.

R.M. dijo...

Y además ayer le metimos cuatro roscos al O. de Lyon.

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