Que, según cuenta Público, es como definió un tal José Antonio Ovies, currito de Telemadrid, la manifestación de los sindicatos del pasado sábado.
Parece ser que los desplazados traían -amén del viaje pagado- una pequeña gratificación a modo de media dieta, para poder almorzar en Madrid.
Cada cosa lo que sea, creo que los sindicatos tienen perfecto derecho a poner autobuses, trenes, o taxis si les cuadra, para traer a sus afiliados a manifestarse. ¿No trae a los suyos el PP cuando -cada dos o tres siglos- se decide a salir a la calle? ¿No los traen las diversas asociaciones que convocan manifestaciones por una u otra causa? ¿No se extasiaba Telemadrid recontando los autocares que habían venido a la última manifestación contra el aborto? ¿Por qué va a ser malo ahora, si no lo fué antes?
Otra cosa -que no es cuestión de este momento- es de dónde salen los cuartos sindicales. Y otra cosa, aún más diferente, es si fué el Gobierno quien facilitó de alguna forma los trenes y autobuses, porque entonces entraríamos en aquello de los sindicatos como organización del Estado, y cauce de participación en las tareas de gobierno, y acaso por ahí podríamos empezar a entendernos.
Y otra cosa, aún más diferente, es que la presencia en esta manifestación sindical fuera más o menos ridícula, asunto que no comento porque no tengo datos, aunque la situación -si los trabajadores creyeran en estos sindicatos- es para que saliese multitudinaria. De verdad, no de panfleto.
Pero mi comentario no va referido a esto -que tampoco viene mal- sino a las alusiones de ese señor Ovies, al que tengo el gusto de desconocer profundamente. Señor -señorito, más bien- que se permitió comparar esta manifestación y el -a su juicio- escándalo de que los sindicalistas fueran traídos gratis y a comida pagada, con -dice- el turismo de manifestantes, como en los viejos tiempos de la dictadura.
Y añade: Eran manifestantes en apoyo del dictador Franco. A la gente, decían, le atraían de forma gratuita desde diversos puntos de la geografía española y, además, con bocadillo incluido.
Este tal Ovies -que no es un señor, sino un monicaco de los que siguen viviendo contra Franco- es un chulo que piensa que le van a perdonar que se meta con el PSOE por mentir sobre el Generalísimo. Porque, en principio -ese decían declara que extiende un rumor no confirmado- propala bulos a sabiendas. No sabe si a la gente que venía a las manifestaciones de Franco la traían o no; no sabe si les daban bocadillo o no: decían que si, esa es la comprobación que hace el Ovies.
Pero mire usted, individuo Ovies: cuando en época de Franco venían trabajadores -porque todos estaban en el Sindicato gratuitamente- no venían a manifestarse en la Plaza de Oriente; venían a las demostraciones sindicales que se efectuaban -generalmente en el Santiago Bernabéu- de distintos ejercicios gimnásticos. Porque entonces los sindicatos -el Sindicato- se ocupaban del bienestar del trabajador en todos los aspectos, no sólo en el de liberar a los paniaguados.
Lógicamente, a los trabajadores que participaban en los ejercicios, o los que los acompañaban, los traerían gratis. Porque venían a hacer una labor -un trabajo- en un acto oficial. Lógicamente, les darían de comer, porque no les iban a tener en ayunas. Venían -salvando las distancias- como vienen las tropas de La Legión, de los Regulares, de la Infantería de Marina, de la AGM, a desfilar en Madrid o en la provincia donde tengan a bien hacerlo. Venían -salvando las cuantías- como vienen y van ahora los carguillos de cualquier administración, a viaje y comida y alojamiento pagado. Y no en clase turista, restaurantes económicos, y pensiones baratas, que esas se quedan para los funcionarios de filas.
Venían -salvando la utilidad social de sus deplazamientos- en mucho peores condiciones que el señor Gay-ardón ha llevado a varios centenares de enchufados a la mamarrachada esa de la Olimpiada que se fué a Brasil, pero que a los madrileños nos ha costado, solo en despilfarro, el importe de un vuelo privado para doscientas o trescientas personas, y el correspondiente alojamiento y manutención. Y ello, sólo de invitados especiales.
Esto, si hablamos de trabajadores y sindicatos. Que además, por mucho que se lo invente el fulano Ovies, no venían a manifestaciones como tales trabajadores y sindicalistas, sino como españoles y punto.
A las manifestaciones si venían los españoles a los que les daba la real gana decir -por ejemplo- que Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos. No estuve en ninguna de entonces, así es que ignoro si había bocadillos o no. El tragaldabas Ovies -porque hay que ser un tragón y un gilipollas para pegarse una paliza así sólo por un bocadillo- que acaso si estuviera en alguna, podría afirmarlo. Pero no; se queda en un decían.
También decían que en las manifestaciones en la Plaza de Oriente -ya muerto Franco aunque Garzón no se hubiese enterado- daban bocadillos. Y esto si que lo puedo negar taxativamente. Ni en las concentraciones de la Plaza de Oriente, ni en las manifestaciones hasta la Plaza de San Juan de la Cruz -donde estaba la estatua ilegalmente retirada, esto es, robada, de Franco- he visto jamás repartir un bocadillo de la organización. Acaso algunos de los que estábamos allí desde las 8 o las 9 de la mañana se lo llevara de casa, o lo comprara en cualquier bar; quizá en el bar de la Hermandad de Caballeros Legionarios, tan próxima a la Plaza de Oriente, en la calle San Nicolás si no mal recuerdo.
Y acaso lo decían -decían que daban bocadillos en las manifestaciones de apoyo a Franco- porque hubiese algún puesto de la Cruz Roja, o de la Intendencia militar, o de la Sección Femenina, presto a socorrer posibles soponcios con atención médica, y agua, y municionamiento alimenticio.
Como ahora en cualquier acto público, cuatezón Ovies.
Parece ser que los desplazados traían -amén del viaje pagado- una pequeña gratificación a modo de media dieta, para poder almorzar en Madrid.
Cada cosa lo que sea, creo que los sindicatos tienen perfecto derecho a poner autobuses, trenes, o taxis si les cuadra, para traer a sus afiliados a manifestarse. ¿No trae a los suyos el PP cuando -cada dos o tres siglos- se decide a salir a la calle? ¿No los traen las diversas asociaciones que convocan manifestaciones por una u otra causa? ¿No se extasiaba Telemadrid recontando los autocares que habían venido a la última manifestación contra el aborto? ¿Por qué va a ser malo ahora, si no lo fué antes?
Otra cosa -que no es cuestión de este momento- es de dónde salen los cuartos sindicales. Y otra cosa, aún más diferente, es si fué el Gobierno quien facilitó de alguna forma los trenes y autobuses, porque entonces entraríamos en aquello de los sindicatos como organización del Estado, y cauce de participación en las tareas de gobierno, y acaso por ahí podríamos empezar a entendernos.
Y otra cosa, aún más diferente, es que la presencia en esta manifestación sindical fuera más o menos ridícula, asunto que no comento porque no tengo datos, aunque la situación -si los trabajadores creyeran en estos sindicatos- es para que saliese multitudinaria. De verdad, no de panfleto.
Pero mi comentario no va referido a esto -que tampoco viene mal- sino a las alusiones de ese señor Ovies, al que tengo el gusto de desconocer profundamente. Señor -señorito, más bien- que se permitió comparar esta manifestación y el -a su juicio- escándalo de que los sindicalistas fueran traídos gratis y a comida pagada, con -dice- el turismo de manifestantes, como en los viejos tiempos de la dictadura.
Y añade: Eran manifestantes en apoyo del dictador Franco. A la gente, decían, le atraían de forma gratuita desde diversos puntos de la geografía española y, además, con bocadillo incluido.
Este tal Ovies -que no es un señor, sino un monicaco de los que siguen viviendo contra Franco- es un chulo que piensa que le van a perdonar que se meta con el PSOE por mentir sobre el Generalísimo. Porque, en principio -ese decían declara que extiende un rumor no confirmado- propala bulos a sabiendas. No sabe si a la gente que venía a las manifestaciones de Franco la traían o no; no sabe si les daban bocadillo o no: decían que si, esa es la comprobación que hace el Ovies.
Pero mire usted, individuo Ovies: cuando en época de Franco venían trabajadores -porque todos estaban en el Sindicato gratuitamente- no venían a manifestarse en la Plaza de Oriente; venían a las demostraciones sindicales que se efectuaban -generalmente en el Santiago Bernabéu- de distintos ejercicios gimnásticos. Porque entonces los sindicatos -el Sindicato- se ocupaban del bienestar del trabajador en todos los aspectos, no sólo en el de liberar a los paniaguados.
Lógicamente, a los trabajadores que participaban en los ejercicios, o los que los acompañaban, los traerían gratis. Porque venían a hacer una labor -un trabajo- en un acto oficial. Lógicamente, les darían de comer, porque no les iban a tener en ayunas. Venían -salvando las distancias- como vienen las tropas de La Legión, de los Regulares, de la Infantería de Marina, de la AGM, a desfilar en Madrid o en la provincia donde tengan a bien hacerlo. Venían -salvando las cuantías- como vienen y van ahora los carguillos de cualquier administración, a viaje y comida y alojamiento pagado. Y no en clase turista, restaurantes económicos, y pensiones baratas, que esas se quedan para los funcionarios de filas.
Venían -salvando la utilidad social de sus deplazamientos- en mucho peores condiciones que el señor Gay-ardón ha llevado a varios centenares de enchufados a la mamarrachada esa de la Olimpiada que se fué a Brasil, pero que a los madrileños nos ha costado, solo en despilfarro, el importe de un vuelo privado para doscientas o trescientas personas, y el correspondiente alojamiento y manutención. Y ello, sólo de invitados especiales.
Esto, si hablamos de trabajadores y sindicatos. Que además, por mucho que se lo invente el fulano Ovies, no venían a manifestaciones como tales trabajadores y sindicalistas, sino como españoles y punto.
A las manifestaciones si venían los españoles a los que les daba la real gana decir -por ejemplo- que Si ellos tienen ONU, nosotros tenemos dos. No estuve en ninguna de entonces, así es que ignoro si había bocadillos o no. El tragaldabas Ovies -porque hay que ser un tragón y un gilipollas para pegarse una paliza así sólo por un bocadillo- que acaso si estuviera en alguna, podría afirmarlo. Pero no; se queda en un decían.
También decían que en las manifestaciones en la Plaza de Oriente -ya muerto Franco aunque Garzón no se hubiese enterado- daban bocadillos. Y esto si que lo puedo negar taxativamente. Ni en las concentraciones de la Plaza de Oriente, ni en las manifestaciones hasta la Plaza de San Juan de la Cruz -donde estaba la estatua ilegalmente retirada, esto es, robada, de Franco- he visto jamás repartir un bocadillo de la organización. Acaso algunos de los que estábamos allí desde las 8 o las 9 de la mañana se lo llevara de casa, o lo comprara en cualquier bar; quizá en el bar de la Hermandad de Caballeros Legionarios, tan próxima a la Plaza de Oriente, en la calle San Nicolás si no mal recuerdo.
Y acaso lo decían -decían que daban bocadillos en las manifestaciones de apoyo a Franco- porque hubiese algún puesto de la Cruz Roja, o de la Intendencia militar, o de la Sección Femenina, presto a socorrer posibles soponcios con atención médica, y agua, y municionamiento alimenticio.
Como ahora en cualquier acto público, cuatezón Ovies.
1 comentario:
Los sindicatos que se manifestaron el otro dia son titeres del Gobierno.
Ya lo he dicho alguna vez, en los medios leí que a la manifestación de agricultores y ganadores, los trabajadores que han mantenido España durante siglos, ni se presentaron.
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