Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 31 de octubre de 2009

SOBRE MATAR AL MENSAJERO.

El magistrado de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska ha propuesto en unas jornadas sobre Prensa y Justicia en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna, que se amplíe la penalización a los periodistas que divulgan sumarios secretos.
Añade que, hasta ahora, solamente se actúa contra jueces, fiscales o funcionarios judiciales que violen el secreto.
Para ser sincero, desconozco las penas impuestas a jueces, fiscales o funcionarios por la filtración de sumarios declarados secretos. Y ahí es donde habría que buscar, porque el periodista está en su derecho -y hasta obligación- de informar de la información que le ofrecen.
En esto, don Fernando, resultan de aplicación aquellos versos de Quevedo: arrojar la cara importa, que el espejo no hay de qué.

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