Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

sábado, 21 de marzo de 2009

SOBRE "EL OTRO LADO".

Ha dicho -según ADN- una señora secretaria de Igualdad del PSOE, llamada -muy razonablemente- Soledad Cabezón, que "no es de sorprender" la posición de la Iglesia en torno a la reforma de la Ley del Aborto que ha emprendido el Gobierno, ya que está "al otro lado de la demanda social".
Evidentemente, para una señora Cabezón y socialista, la demanda social debe ser el no va más, algo así como las Tablas de la Ley judáicas, entreveradas con la visión de Mahoma, dictando sus Suras entre los rebaños de cabras de su señora esposa. Vamos, toda esa chorrada de vox populi, vox Dei, que dijo algún aspirante a demagogo.
Lo que uno no alcanza a comprender, entonces, es por qué los socialistas no atienden esa adorada demanda social en el caso de la petición de la cadena perpétua. Porque esa sí que es una demanda social en la que estamos de acuerdo infinidad de personas de todas clases, condiciones, niveles educativos y orientación política.
¿Por qué el socialismo tiene una tan gran vocación de satisfacer las demandas sociales -supuestas- cuando de lo que se trata es de agredir al débil e indefenso, y hace caso omiso cuando lo que se pide -con miles de firmas- es que enderecen el lomo de los culpables?
Supongo que los socialistas -cabezones o no- saben que eso de aliarse con el fuerte y sojuzgar al débil tiene un nombre, y es el de cobardía.
Así es que vayan aplicándoselo.

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