Que sigue siendo la gran fuerza a batir, el enemigo
irreconciliable, el coco y la bruja piruja de los partidos políticos, de los
periodistas mercenarios y de los tetulianos (no es errata) a
sueldo.
Uno comprende que para los rojos,
rojillos, rojetes y rojazos, un partido que se propone hacer exactamente lo que
pide el ciudadano sea mala compañía; uno entiende que para liberales,
liberalitos, liberaletes y liberaloides, un partido que no se pliega -al menos
sobre el papel- a decir que todo vale, que nada es seguro, que todo depende, que
ya se verá (que es el gran dogma del liberalismo), y propone ideas claras, no es
buen compañero. Uno admite que para los periodistas y tertulianos y otra gente
que vive del cuento, un partido que no comulga con las gilipolleces
políticamente correctas de los tópicos y los estereotipos, no es
agradable.
Uno entiende, en fin, que para los
peperos Vox es la bicha y mejor ni mentarla, porque se nos lleva la clientela
que creíamos tener enjaulada; que para los niellossabequecoñoson de
Ciudadanos, Vox es la sombra de lo que quisieron ser y no llegaron o, por mejor
decir, son lo que sus votantes quieren que Ciudadanos sea, y los mandamases no
se atreven porque lo suyo es nadar y guardar la ropa. Mucha
ropa.
Uno entiende que para la distinta
gradación de rojos -desde la ultraizquierda del PSOE hasta los estalinistas de
Podemos, pasando por los anarcoidiotas varios y analfabetos- Vox es lo que ellos
llaman ultraderecha, porque no tienen ni puta idea de nada ni se les ocurre otra
forma de intentar asustar a los votantes. ¡Que viene el fascismo! es la
gran conseja para asustar a los tontos que no piensan, pero
votan.
Y todos ellos arremeten contra Vox,
dispuestos a llegar -caso de los de Ciudadanos- a las más rocambolescas
carambolas para dejarlos fuera. O -caso del PP- a ningunearlos, metiendo la
cabeza en la urna de la ignorancia para no darse por enterado de que Vox existe.
O -caso de periodistas y tontulianos- quejándose porque Vox
exista.
Y todos ellos -sin darse cuenta, porque
son así de tontos- le están indicando con su actitud al ciudadano que vota y
está harto cual es el camino que debe seguir. Le están diciendo que si quiere
que las cosas cambien, no vale votar al PP, ni a C´s, ni al PSOE, ni a Podemos,
ni a las muchas mierdas que llevan adheridas. Que el único camino que le queda
al ciudadanito votante y callante para cambiar algo, es Vox.
Y también están diciendo que para ellos el ciudadano votante no
vale para nada. Que si el ciudadano votante elige una opción distinta a la que
mandan los amos del sistema, su voto no cuenta. Que si el ciudadanito votante y
callante se atreve, por una vez, a hablar en las sacras urnas, y dice algo que
no le gusta a los amos, su voto no debe tenerse en cuenta.
Porque esto es lo que PP, Ciudadanos, rojos varios, periodistas
mercenarios y tertulianos a sueldo, le están diciendo al 11% (once por
ciento) de los votantes en las pasadas elecciones autonómicas andaluzas, y
quizá la forma de que los corruptos de un sistema de por sí corrupto se bajen
del limbo, sea votar a quienes no desprecian su voto.
Que no es -vaya por delante- mi opción; pero sin duda es la que más
daño puede hacer a esta memocracia de mierda, donde los partidos políticos
desprecian y los periodistas
regañan a uno de cada diez ciudadanos por elegir
libremente.
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