O sea, la Constitución, dicho en
confianza.
Resulta que todos los necios alaban en estos días la
Constitución que el manipulado pueblo español votó hace cuarenta
años.
Viví aquél tiempo. Jovencito, pero lo viví. Y lo voté.
Evidentemente, con un monumental NO, pese a la propaganda oficial
que mangoneó con las más gigantescas mentiras al pueblo votante y
callante.
La Constitución -como no dejan de decir todos los expertos
cuando les acomete un ataque de sinceridad-, es una mierda. Incluso los
padrastros de la patria -minúscula en este caso- han reconocido que la coña de
las autonomías fue un desastre, la única manera de uncir al carro a los cuatro
separatistas -y a los muchos terroristas, no sólo en Vascongadas- que por
entonces había. Era necesario pagar las deudas de la lucha antifranquista, que
nunca existió mas que en las mentes calenturientas y probablemente alcohólicas
de los participantes en contubernios, plataformas, juntas, platajuntas y otros
saraos, donde unos cuantos señoritos desocupados se inventaban resistencias que
nunca fueron.
La Constitución, como se ha demostrado en sus muy mal
llevados cuarenta años, no ha sido capaz de elevar el bienestar del pueblo
español, salvo para los vividores, los sinvergüenzas, los chulos, los -la
ministra Delgado dixit- maricones, los matones de patio de colegio y
otros cuantos canallas. La Constitución no ha sido capaz de mejorar la seguridad
de los españoles, aunque sí ha elevado a niveles cósmicos la tranquilidad de
toda clase de delincuentes, incluidos los políticos de cualquier traílla. No ha
sido capaz de resolver ninguno de los problemas que hubiera de antaño, y menos
aún los que ha ido creando en su aplicación.
Pero, eso sí, ahora todos la
celebramos -bueno, los que la celebren-, con buenos copazos en ambas manos, que
es la única manera de celebrar estas porquerías y creérselo.
Y resulta
que ahora, como un partido nuevo ha irrumpido en el parlamentillo andaluz, todos
los voceras -no sólo los políticos, sino los bien amaestrados periodistas-
claman y se rasgan las vestiduras -que bien pocas les deben quedar, pero a estos
tipejos no les importa andar en cueros- porque VOX lleva en su programa la
reforma de la Constitución.
Y como VOX propone la reforma de la
Constitución, es un partido distinto a los demás del sistema, según proclamó
ayer una señora ministra del Gobierno que ha alcanzado el poder y se mantiene
gracias a partidos que no es que quieran reformar la Constitución, sino que han
dado un golpe de Estado contra ella.
Por lo demás, ¿algún partido
político del actual hemicirco no ha propuesto reformar la Constitución? Porque
ya el psicópata Rodríguez lo quiso, aunque no fue capaz de hacerlo; ya el
tancredo Rajoy lo quiso, aunque no encontró el momento; ya lo han exigido todos
los partidillos, partidetes y partiduchos separatistas; ya lo ha propuesto
Ciudadanos y lo ha voceado el bolchevismo podemita.
¿Y ahora se
escandalizan porque otro partido lo lleva en su programa? Y todavía se asombran
de que, entre tanta hipocresía, falsedad y cinismo los ciudadanos intenten
probar otra cosa distinta a la mierda que nos lleva atosigando cuarenta
años.
Los cuarenta años de la Constitución de mierda.
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