Hasta hace unos años me tomaba la molestia de rebatir a cuantos idiotas usaban el término fascista como insulto, descalificación o muletilla. Ahora ni me molesto, porque he llegado a la conclusión de que es imposible desasnar a tanto cenutrio. Vale que enseñar al que no sabe puede ser una obra de misericordia, pero también debería serlo mandar a tomar por el camino recto a los papanatas, mamarrachos y cuatezones.
Por ello, a mi me trae al fresco que el fulano llamado Xavier Mitjavila, empleadito de una compañía holandesa que comercializa cafés y tés, haya escrito -y posteriormente borrado, según dice la prensa- que Spain is a facist state. O sea: que España es un Estado fascista, dicho sea con ánimo de facilitarle la lectura a los que emplean para comunicarse el segundo idioma más extendido del mundo.
Y todo ello, a cuenta de que a los golpistas de la Catalunlla esperpéntica les haya caído encima el peso -leve peso- de la Ley que han conculcado.
Vean ustedes que esta tropilla de llorones, de niñatos malcriados que se piensan que pueden hacer cualquier barrabasada y salirse con la suya, ni siquiera tienen ideas; les basta con tener tópicos y expeler estereotipos: el que no me de lo que quiero es un fascista. Y se piensan que han descubierto la Luna, cuando no son mas que unos pobres títeres de la periclitada propaganda de la III Internacional.
A mi, decía, me trae al fresco. El Estado fascista fue el italiano de Benito Mussolini, y cualquiera que tenga idea de Historia -o simple educación de andar por casa- lo sabe. Ojalá fuera España un Estado, no digo que fascista, pero por lo menos serio - al etilo de Francia, de USA, de Gran Bretaña, de la misma Italia actual- y veríamos dónde estaban los golpistas del separatismo catalanista.
Sin embargo, a los periodistas de carril, a los tontulianos -neologismo que al parecer se va extendiendo, y a fe que viene al pelo-, a los españolitos de a pie tan desgraciadamente mal educados, parece que les ha sentado muy mal que este fulano Xavier Mitjavila -ya saben, el empleadito de la comercializadora de los cafés Saimaza y Marcilla- diga que España es un Estado Fascista.
A mi, repito, no me parece nada que me llamen fascista; menos aún me parece malo ser fascista, aunque yo no lo sea sino Nacionalsindicalista. Pero, como lo que importa no es el concepto, sino la intención, y los marranos -dicho sea en el simple sentido de guarro, no en el de referencia a raza o religión- utilizan lo de fascista como insulto, me permito copiar unas líneas del maestro Rafael García Serrano.
Él lo escribía a propósito de un partido internacional donde los enemigos escoceses pretendían insultar a los españoles llamándoles fascistas, por haber España condenado a muerte a un terrorista. Ahí les dejo sus palabras:
16 de abril, martes (1974)
Quique, uno de los jugadores supervivientes de la batalla de Glasgow, ha declarado que su enemigo Johnstone -no rival, eso no; enemigo, y armado de árbitro turco, bárbaro forofismo escocés y dulce y liberal Policía británica-, se pasó el partido llamándole fascista. En el caso de que uno sea fascista, el ser llamado fascista no constituye agresión verbal; en el caso en que uno no sea nada, ideológicamente hablando, tanto da; en el caso de que no lo sea, tampoco, ni siquiera siendo liberal, digo yo. Pero como la intención de Johnstone resultaba evidentemente ofensiva, lo más apropiado, a mi modo de ver, es revolverse dialécticamente con una calificación que expresaré al modo clásico, porque siempre hace bonito, y además está legalizada por el Quijote. Esta expresión es muy sencilla y fácil de utilizar: hideputa. Y, por lo demás, ajena a la política. Pulcra, expresiva, rotunda y detonante. Que tome nota Quique, si le place, para el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario