Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

jueves, 15 de marzo de 2018

SOBRE LOS CIUDADANOS DE LA ALCALDA CARMENA.

O el alcaldo Carmeno, que ya no sabe uno lo que es feministamente correcto.

El caso es que la bueña señora -o señor, o señoro- afirma en entrevista publicada en 20 Minutos, en titulares de portada, que Madrid debe ser de los ciudadanos, no de los coches, refiriéndose a sus deseos de exiliar a los vehículos.

Evidentemente, los que tenemos coche, y lo necesitamos para ir a trabajar sin multiplicar el tiempo del traslado por cinco o seis si cometemos la estupidez de recurrir al destransporte público, no somos ciudadanos, sino gentuza perfectamente guillotinable.

También la culpa de que las calles estén llenas -literalmente- de mierda, es culpa de los ciudadanos, que no somos limpios; en ningún caso de que los agentes de la anarquía municipal de la señora -señor, señoro- Carmena miren a otro lado cuando cualquier perro que ha tenido la desgracia de caer en manos de un amo incivilizado, realiza sus deposiciones sin que el garrulo del amo las recoja.

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