Pero piense el Gobierno que si España se le va de entre las manos, no podrá escudarse tras de una excusable negligencia. Cuando la negligencia llega a ciertos límites y compromete ciertas cosas sagradas, ya se llama traición.

José Antonio Primo de Rivera.
(F.E., núm. 15, 19 de julio de 1934)

martes, 17 de octubre de 2017

SOBRE LOS OSCUROS MOTIVOS.

Me llega al móvil una imagen donde se ve a doña
Anna Gabriel, esa modélica portavoz de la CUP, rodeada de -se supone- algunas compañeras, o amigas o -dispense doña Anna, pero son cosas del idioma- correligionarias.

La imagen procede de un tuit donde va incluido el comentario, del cual -conste, señor fiscal- no me hago responsable.

Sin embargo, esta imagen y este comentario me han traído a la mente el modelo del típico revolucionario decimonónico, generalmente seres llenos de taras físicas y morales, contrahechos, habitualmente tísicos, que querían reventar el mundo porque no se soportaban a sí mismos.

Cosas de la memoria.



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